24 diciembre, 2011

Festival de Gijón 2011

A ver cuándo fue la última vez que les lancé unas migajas a mis sufridos seguidores... agosto, nada menos, y encima era una mierda sobre las preposiciones y sabe Dios qué, que nadie entendió. Y pensabais que, al menos, las crónicas del Festival de Gijón, una de las dos tradiciones (la otra son las listas de lo mejor del año)  de este blog, no os las escamotearía. Pues estabais en lo cierto: llegan con un mes de retraso, bien digeridas ya, pero aquí está el resumen de uno de los mejores festivales en muchos años.

Viernes 18

Where the Boys are, de Bertrand Bonello
La retrospectiva tan acertadamente dedicada a Bertrand Bonello en esta edición tenía como platos fuertes su primera y última películas, las únicas de su filmografía inéditas en la red (en salas españolas, como de costumbre, lo está en su totalidad); sin embargo, este corto las adelanta por la derecha con sus poderosas imágenes de juventud y sus nada sutiles metáforas de minaretes y pollas. Lo mejor que ha rodado el francés jamás.

Quelque chose d'organique, de Bertrand Bonello
Opera prima lograda, aunque carente del estilo que comenzaría vislumbrarse en Tiresia (aprovecho la ocasión para desvincular Le pornographe del núcleo de su obra). El gusto por una sordidez con encanto, relaciones más extraterrestres que humanas y la sobriedad son aún apuntes, aunque el carboncillo lo guíen las mejores manos.

Sábado 19

The Future, de Miranda July
La imprescindible película buenrollista de todo festival, con personajes frágiles, desorientados y que optan siempre por las peores decisiones del abanico. La estrategia clásica de obligar al espectador a identificarse con unos marcianos que no lo son tanto, pero que en esta ocasión resultan menos cargante de lo acostumbrado.

Buenas noches, España, de Raya Martin
Con una resolución similar a la del primer fragmento de Autohystoria, a lo que se añade la elección de escenas monocromáticas, la renuncia a la banda de sonido, alquilada a la feria del pueblo o la reiteración de fragmentos en loop, al final solo queda en pantalla la imagen. Intentaré dedicarle un post completo a esta obra maestra: recordádmelo.

The Ballad of Genesis and Lady Jaye, de Marie Losier
La francesa era uno de los nombres a los que Gijón le había concedido más espacio en los carteles, anunciándonos a una artista con mayúsculas: sin embargo, el arte no está en esta ocasión detrás de las cámaras, sino delante, gracias a la sobrecogedora historia de los protagonistas mencionados en el título, miembros de la banda Psychic TV, que lograron una obra mayor utilizando únicamente sus cuerpos. Losier se limita a ejercer de testigo, de notaria.

Domingo 20

Dark Horse, de Todd Solondz
Algo así como todo lo contrario a The Future: todo aquí es desagradable, obsceno, asqueroso. Los personajes son bien reales, pero nadie en su sano juicio se identificaría con ellos. Y, para acabar la contraposición, a diferencia de la propuesta de Miranda July, esta no hay por donde cogerla. Lo peor proyectado en todo el festival.

L'Apollonide, souvenirs de la maison close, de Bertrand Bonello
El film del que más esperaba a priori y que responde a la magnitud de las expectativas. Crónica de un burdel mediante las relaciones entre las prostitutas que en él sirven, aunque suene a transgresión sacrílega de chichinabo, la mayoría de secuencias de Thérèse, de Alain Cavalier, serían intercambiables con las suyas, a pesar de la distinta naturaleza de los oficios del elenco protagonista. Memorables las escenas del llanto lácteo y el aterrador epílogo. Algo menos comprensible el giro de cámara de 360 grados en medio de una factura tan sobria.

Ingrid Caven, musique et voix, de Bertrand Bonello
Casi dos horas de concierto de la vedette alemana rodados por una cámara para la que Bonello no desea en ningún momento el menor protagonismo, consciente de que lo que hay en escena tiene la fuerza suficiente para funcionar sin ningún tipo de aderezo o montaje. Ni más, ni menos.

Lunes 21

La guerre est déclarée, de Valérie Donzelli
El dolor, la alegría y de nuevo el dolor. Lo de siempre: algo que agrada no tanto por méritos propios (que los hay, y muchos), sino por lo que podría haber sido de caer en las manos equivocadas. El temor al exceso o a los lugares comunes se disipa una y otra vez para dejar un regusto agradable en la manera con la que se aborda un tema tan delicado.

This is not a Film, de Jafar Panahi
¿Ante esto qué se puede decir? Que la idea es muy pícara, que no cabe duda de que todos los demócratas apoyamos al artista y no al régimen tirano que encarcela las ideas. Pero, desgraciadamente, y por mucho que se hayan enfadado las autoridades iraníes, poco del talento del realizador ha logrado burlar el cortafuegos como polizón de esta patera que toca tierra firme casi vacía.

Martes 22

El estudiante, de Santiago Mitre
Otra de las que hay que apoyar sí o sí, en este caso por estar realizada de manera francotiradora, renunciando a todas las fuentes de financiación y, por tanto, libre de sus ataduras. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurría con Panahi, aquí las limitaciones no truncan un discurso decidido y una narrativa gracias a Dios menos chillona de lo que podríamos haber sufrido de haber caído este proyecto en manos del cine argentino oficialista. Federico Luppi como candidato a rector, imaginaos. Los pelos de punta.

Faust, de Alexander Sokurov
Entre la comedia ligera e inocente y el drama más demoledor, Sokurov traslada el mito a su territorio, manejando al espectador como un títere al que transmite el agobio inmediato de los recovecos por los que se van moviendo los siniestros personajes durante la mayor parte del metraje, así como la intensidad e inmensidad de los espacios abiertos por los que discurre el espeluznante y hermosísimo tramo final.

Low Life, de Nicolas Klotz y Elisabeth Perceval
Si La question humaine retomaba un texto de Shoah, de Claude Lanzmann, para reflexionar a propósito del juego de sumisión entre la empresa, como ente totalitario, y el asalariado, aquí el duo Klotz/Perceval recupera Le diable probablement para enunciar un ensayo de factura, lógicamente, bressoniana sobre el control que el poder ejerce sobre la sociedad, utilizando, no tanto como excusa, sino como ejemplo, las políticas de inmigración en la Francia de Sarkozy, a pocos meses de unas presidenciales en las que la perspectiva de acabar con el gobierno de la UMP parece posible, aunque preocupa el rol que pueda desempeñar Marie Le Pen, a la que las encuestas de intención de voto otorgan alrededor de un alarmante 20% de los apoyos.

Life without Principle, de Johnnie To
Para el que se temiese otro Don't go breaking my Heart, el consuelo de que aquí, aunque no se produzca un solo tiro a lo largo de todo el metraje, sí que hay violencia en pantalla. Sin grandes set pieces, pero sí con muchísima mala leche en una patada en las narices del sistema financiero más que coherente con la filmografía del hongkonés.

Miércoles 23

Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta
Ensayo fílmico plagado de imágenes y recovecos por los que resulta fácil perderse si no se le conceden los cinco sentidos a tiempo completo. Como uno se dedique a pensar en la cenorra que se va a pegar con las dietas que le paga el periódico, se perderá un espectáculo que merece mucho la pena.

Eighty Letters, de Václav Kadrnka
Festivalada ad-hoc que resulta especialmente insultante dada su condición de autobiografía, barnizada con todos los vicios del cine que solo tiene "de autor" las intenciones. Silencios, planos sostenidos que no conducen a ningún lugar, salvo a festivales como el de Berlín o el de Gijón que han caído en las telarañas de un mercenario del séptimo arte.

Hors Satan, de Bruno Dumont
El premio gordo con las dos aproximaciones de Gijón. Como el francés, otro protegido del festival, Reygadas, había tratado de realizar una jugada similar en Luz silenciosa, pero aquella instalación se desbarataba a poco que la rozases al pasar; sin embargo, todo aquí funciona a las mil maravillas, Dumont puro, con los mismos personajes, encarnados por cuerpos diferentes, donde se lleva el laconismo por bandera; casi deficientes mentales, casi niños cuya expresión solo tiene cabida a través de los sentimientos y los actos totales.

Sábado 26

Stereo, de VV.AA.
Agradable colección de cortos con factura portuguesa, entre cuyos firmantes se reconocen nombres como el de Sandro Aguilar, que hace unos años colocase Gijón a sus pies con su brillante opera prima, A zona. Todos muy breves, se agradece que no traten de aprovechar al máximo el tiempo del que disponen, saturándolo, sino que simplemente cuenten lo que tienen que contar. Ni más ni menos.

Palacios de pena, de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt
Fábula en forma de cortometraje que, en su tramo central, abandona lo que estaba contando para entrar en otra metafábula, a través de los labios de la abuela, la narradora de esto. Libérrima, transmite en todo momento lo que sienten sus realizadores, sin estar maniatados ni por una narrativa convencional, ni por un estilo determinado. Esto sí que es arte.

Música campesina, de Alberto Fuguet
Más que sobre el inmigrante, una reflexión reposada sobre la mitosis que la cultura del anfitrión ejerce sobre la del huésped, un fenómeno que habitualmente se disfraza con términos positivos como "integración", pero que tiene más de alienación: reemplazar, en lugar de sumar. Desgraciadamente, Fuguet opta por una solución similar a la que Médem emplease años atrás en Caótica Ana, aunque, por fortuna, resulte menos escatológica: harto de tragar, el protagonista busca una redención demasiado obvia a través de una guitarra y un micrófono.

Au bord du monde, de Cécile Bicler y Hervé Coqueret
Primero de los tres mediometrajes (a continuación, los siguientes) de la selección de la productora Mezzanine Films y el más resultón de todos, con una historia que oscila con éxito entre el drama absoluto de un Azul, de Kieslowski, y el terror de arte y ensayo de Trouble Every Day.

Vourdalak, de Frédérique Moreau
Menos afortunada la segunda entrega, empeñada en forzar un humor que se pretende francés clásico, con señorín paranoico y chica que le sigue el rollo (volviendo a aquella trilogía del polaco, esto sería Rojo), pero se queda en el intento.

Petit tailleur, de Louis Garrel
Historia de amor con más ganas de ser preciosa que resultados tangibles. La que sí lo es, quizá incluso más gracias al blanco y negro que la retrata, es Léa Seydoux, que devora la pantalla desde el primer momento en que aparece.

27 agosto, 2011

Discriminación por razón de sintagma

No solemos detenernos a pensar en ello, pero ser preposición es bastante mierda. Sustantivos y adjetivos se pueden pavonear por ahí de que tienen género y número, salvo algún que otro ejemplar rarito (el maquis bastante tiene con ocultarse en el monte, qué van a andar pensando en virguerías). Incluso los determinantes, lo más parecido al niño tonto con padre rico, el que tiene simultáneamente la Playstation 3 y problemas para que la saliva no arroye a lo largo de su barbilla, disfrutan de esa riqueza.

Pues la preposición se queda sin número (para pensar en orgías están ellas) ni género. Hasta el ficus se lo pasa mejor que ellas, así de jodidas andan. Algunos estudios les adjudican una descendencia a través de gemación, pero todo apunta a que la comunidad científica trata de hacerles un favor, de sacarles de ese apuro disimulando sus miserias.

A pesar de la inmunda existencia preposicional, este Harlem sintáctico todavía tiene tiempo para desarrollar subclases, para oprimir al hermano en lugar de aliarse con él. Cuando durante y mediante quisieron sumarse a la fiesta (vete tú a saber por qué: como quien se hace deshollinador), llegaron a la rave la mar de felices, al ver que sus nuevas compañeras podrían ser un poco muermo, pero al menos eran ordenadas, ahí todas por orden alfabético. Para no estropear la presentación, para no pisar el suelo de la cocina, que estaba recién fregada, se situaron respetando ese criterio, colocándose la una por la de, entre desde y entre, y la otra por la eme, en el huecazo que había formado entre hasta y para.

Al principio distraídas y silbando, en su ingenuidad, no tardaron en percibir las miradas y los codazos entre las demás, que acabaron por traducirse en un toque de atención por parte de bajo, la más fascistona de todas, que les hizo notar su error: el convenio indicaba claramente que el orden alfabético solo se aplicaba para los vocablos con una determinada antigüedad; los recién llegados tenían la alternativa de, bien ponerse al final, bien irse (esto son palabras suyas, que no suscribo en absoluto) a tomar por el culo. Obviamente, cuando, ya más tarde, llegó vía, sola, las caras la amedrentaron y ya se puso ella en la cola sin que nadie le dijese nada.

Lo peor de ir al final no es el propio hecho del bullying, al que con el tiempo terminas por acostumbrarte, como a todo, sino el servir de herramienta para los cerebrines, los más pedantes de la clase. Los niños repelentes que, una vez enumerada toda la sucesión de preposiciones clásicas, el sector oficialista que detenta el poder, harán una pausa y, justo en el momento en que su interlocutor pretenda abrir la boca, añadirá "y también durante, mediante y vía", para demostrar que él no solo recita como un loro, sino que está al día de las notas de prensa de la RAE. Qué asco das, Sapientín: no te quejes cuando te roban el bocadillo.

29 junio, 2011

Risa

Cuando Ferran Adrià deconstruye la aceituna, esferificaciones mediante, vosotros hacéis así con la cabeza como que lo entendéis, pero, como sois unos berzas, hay que explicaros en qué consiste todo: deconstruir significa quitarle las capas a la cebolla, pasar del artefacto a la molécula, llegando hasta el quark; alcanzar a comprender el fenómeno de una manera tan íntima que uno se encuentre en condiciones de volver a juntar el rompecabezas si lo considera oportuno. Los reclutas no montan y desmontan el fusil, sino que terminan por conocerlo a la manera de los griegos: lo deconstruyen.

Una vez presentado el concepto, empezando por el glosario, como Dios manda, pegamos un salto hacia atrás, desde el duodécimo arte, la cocina, hasta el décimo, los chistes (el undécimo lugar lo ocupa, claro, Roger Federer).

Que los mecanismos del humor resultan inextricables es algo que se tiende a aceptar como axioma desde el que se desarrolla toda la teoría de la risa, pero, pertrechado del mecanismo que acabo de extraer de la chistera, trataré (aquí va la línea maestra del discurso que voy a defender) de demostrar que sí es posible estudiar qué activa la carcajada.

Para la demostración, he elegido un chiste de una de las sagas consideradas clásicas dentro de este mundo: Jaimito, que le ganó finalmente a los puntos a la también muy profusa casa de Lepe. Con el objetivo de eliminar cualquier sesgo que pudiese aparecer, no lo cuento yo, sino que he recurrido a Google para encontrar a un aficionado que lo contaba delante del público casual presente en un foro de discusión. Empiezo.
Esto es Jaimito que esta en su casa y le dice a su madre
Introducción correcta, con uno de los clásicos para hincarle el diente, "esto es". Como el protagonista es Jaimito, toda presentación adicional está fuera de lugar. Llega ya la primera falta de ortografía: una simple tilde ante la que, viniéndosenos encima lo que se nos viene, procede casi hacer la vista gorda.
-mama, mama, puedo acostarme con tigo?
Nos sorprende el primer bofetón: es un chiste sobre el incesto y la pederastia o, en el más amable de los escenarios, el estupro. Jaimito, un niño, un varón al que la pubertad le queda aún muy lejos, de repente sale con la ocurrencia de, nada menos, follarse a su madre. Joder, qué apurón va a pasar esa mujer para explicarle que eso no puede ser.
-bueno pero solo hasta que venga tu padre.
¡Toma del frasco, Carrasco! Oye, que me voy a follar a mi hijo, pero solo un rato, eh. Como quien no quiere la cosa. Es un monstruo no solo carente de moral, sino también de discernimiento, que acepta como natural la petición del chaval suyo y accede al capricho para no negarle el gusto, como quien le compra un Pokémon a un nene para que deje de llorar. Es incapaz de separar el bien del mal.
Despues de un ratito llega su padre.
Un ratito: la utilización del diminutivo cuando lo que está ocurriendo en esa casa es lo más repugnante que la mente humana puede imaginar. Una violacioncita, un atentadito, una epidemita: no se pueden emplear recursos cariñosos para conceptos tan inicuos, resulta contrario a la ética del lenguaje castellano.
-jaimito corre escondete en el armario.
Eso, oye. Escóndete, que igual tu padre se enfada si ve que me estoy follando al proyecto que concebimos en común. O no: viendo cómo es esta familia, igual se une a la fiesta.
Jaimito tubo un problema, se pillo el pito con la puerta del armario.
Pero, pedazo de animal, ¿no ves que ese es el menor de sus problemas? Vive en una familia desnaturalizada con una madre que lo viola y un padre que está demasiado ocupado con sus asuntos como para darse cuenta de lo que está ocurriendo a su alrededor. Todos los gentiles nos hemos pillado el prepucio con la bragueta en una u otra ocasión y, aunque moleste en el momento, se pasa al rato sin dejar secuelas ni suponer tratamiento sicológico durante el resto de una vida.
-carino que es esto que hay en el armario?
Podría haberle preguntado qué hace en la cama a las seis de la tarde, toda despeinada y por qué la habitación tiene un olor divertido, pero este señor es muy curioso y le preocupa antes la novedad que esas otras anécdotas que, probablemente, no revistan mayor importancia.
-una radio nueva.
Cuando ya pensabas que tu suspensión de la incredulidad había atravesado exitosamente las más duras pruebas que la ficción psicodélica puede concebir, llega el rien ne va plus: una radio que está dentro del armario pero cuya rueda para seleccionar el dial queda en la mano exterior, justo en la franja en la que confluyen ambas puertas, unida por sabe Dios qué cable o tecnología inalámbrica al receptor. Y que tiene forma de capullo, algo que, una vez asumido todo lo anterior, casi nos lo podemos tomar como lo más natural del mundo.
-voy a provarla.
Cornudo a manos de su propio hijo menor de edad, el padre también tiene otras facetas: se trata de un hombre de ciencia que prefiere no responder a la ligera a todos los interrogantes que se planteaban a propósito de ese extrañísimo transistor sin antes haber experimentado en la medida de lo posible. El método científico: unas vueltas a esa rueda. Ingeniería inversa.
despues de haverle dado unas vueltas...
Ojo, que aquí se acota una circunstancia que afecta al transcurrir del chiste, pero sin acompañarla de un verbo de acción. No es un "Después, dijo Jaimito", sino que el barroquismo analfabeto con el que se viene formulando la chanza ejecuta una nueva vuelta de tuerca (con perdón: je, je) e introduce en escena un recurso recuperado desde los tiempos del cine mudo: el intertítulo.
-Radio nacional jaimito una vuelta mas y me jodes el pito.
La punch line: una puta rima. He atravesado el horror para esto, para que Godot no llegue.

Una vez concluido, llegamos a la certeza de que el componente incestual no guardaba relación alguna con el tronco de la obra, sino que se articula a modo de desconcertante accesorio cuyos objetivos no quedan demasiado claros: a través de esta cortina de humo, el espectador pierde la noción de la trama principal y se pierde en un mar de reflexiones al tiempo que la pieza alcanza el cénit de la puta rima.

Yo solo quería echarme unas risas, no que me jodiesen la vida.

El enlace. Ivanna, me repugnas.

11 junio, 2011

Mi pregunta

Hay gente desconfiada que no comulga con lo de que la primera impresión sea la que verdaderamente cuenta; ingenuos de ellos, creen que concediéndole una segunda oportunidad a la gente van a descubrir facetas que se les habían escapado. Nada más lejos de la realidad: la primera respuesta que marcas en el examen es siempre la correcta, y uno debe permanecer impasible ante las dudas que surgen a posteriori y que solo conducirán a error.

Un escenario ideal para calar a completos desconocidos se encuentra en el nunca suficientemente ponderado mundo de los turnos de preguntas y, especialmente, en la forma en que se introduce la cuestión.

El primer superconjunto en el que se puede clasificar al público comprende a los acaparadores: los posesivos que quieren dejar clara la autoría y comienzan especificando a lo grande: "Mi pregunta".

De entre ellos, se extraen tres variedades cuya diferenciación radica en el tiempo verbal:

La persona normal, sin taras mentales, el hombre apto abre con "Mi pregunta es". Dispara en presente de indicativo, como corresponde a una acción que se está desarrollando. A pesar de su excesivo celo en marcar territorio con un posesivo, nos podemos fiar de él.

A continuación viene aquel que pena durante toda la conferencia, incapaz de lograr que el moderador se percate de su mano levantada, a pesar de que gesticula todo cuanto es capaz. Cuando la ronda está cercana al cierre, y ya convencido de que aquello que le ha costado tanto elaborar se volverá a casa con él, llega de manera inesperada su turno y se siente obligado a hacer notar que aquello no lo ha preparado a última hora, sino que lleva un rato largo jodidísimo con la incertidumbre. "Mi pregunta era". Pretérito imperfecto, porque es algo que corresponde al pasado, y que se recupera como favor especial al resto de espectadores, a pesar de la afrenta que había supuesto no darle paso a este genio antes. Cuidado con esta gente.

El capítulo se cierra con el taxón más peligroso, compuesto por completos dementes, de los que no saben distinguir el bien del mal ni la realidad de la fantasía edificada en su mente. La sobredosis de World of Warcraft los ha dejado tan tocados que son incapaces de separar sueño de vigilia, creen que la cuestión que sale de su boca solo la escucha la mente del monstruo donde habitan. "Mi pregunta sería". En condicional, con dos cojones, como si no la estuviesen planteando en ese preciso instante. Alguien que no consigue delimitar correctamente el plano de lo hipotético es alguien que delira. Evitémoslos, aislémoslos de la sociedad sana, no permitamos que contaminen nuestra cordura con su enajenación.

Fuera del "mi", aunque sin salir de la primera persona, está el segundo epígrafe, el "qué hay de lo mío". Aquí incorporamos a todos los aficionados que, sin asomo de rubor, le cuentan a todos los presentes que ellos también hacen cortos. El ejemplo que he elegido no es inocente, dado que, a pesar de lo multidisciplinar de esta categoría, los cortometrajistas pasan por ser los arquetipos de latoso. No contentos con promocionar su obra, intentarán que el interlocutor contribuya a la publicidad. Él, saliendo como puede del paso, los conminará a un "hablamos luego", que, a pesar de su voluntad de zafarse llegado el momento, siempre acaba llegando.

Por último, queda el marciano. Una perspectiva cenital del patio de butacas es suficiente para identificar inmediatamente a los sujetos de este ramo antes de que siquiera abran la boca. Si todo el mundo va de traje, ellos irán de chándal y viceversa. Sin que su condición exógena los desanime, o precisamente para demostrar que se encuentran en la onda del evento, nunca dejarán pasar la ocasión de coger el micrófono para comentar algo que, invariablemente, presentarán a través de la sinceridad: "yo no sé mucho de esto, pero", "a mí el arte contemporáneo tampoco te creas que me gusta gran cosa" o el más temible de todos, "en mi época".

Mi consejo es que, ya conscientes de que todos los ojos se posarán en vosotros en cuanto toméis la palabra, nunca preguntéis nada y disfrutéis analizando a los pobres diablos que ignoran el escrutinio del que son objeto.

29 mayo, 2011

El San Miguel Primavera Sound 2011 contado con pocas palabras pero bien de chicha

Los que, con buen criterio, sois lectores habituales de Loquemola (y los que no) ya sabéis que este espacio no circunscribe su temática a un asunto determinado, sino que aspira a actuar como canon fiable de las tendencias que se presentan a concurso a lo largo del s.XXI.

Esta función de tamiz que se ha venido desempeñando con singular éxito centraba, hasta la fecha, el cedazo en el imparable goteo de propuestas cinematográficas, con ligeras pinceladas para otras artes en las listas anuales; sin embargo, esta semana es la música la que se abre paso a codazos hasta conseguir, al fin, una página entera por méritos propios: la correspondiente a la undécima edición del Primavera Sound.

Como a vosotros no os gusta leer tochazos, sino que, me habéis hecho notar, preferís que os arroje, cual perros de presa, carnaza en forma de cifras (y si es en binario, con thumbs ups y thumbs down, mejor que mejor), os voy a hacer caso, sin que sirva de precedente, y desglosaré todo lo que he visto a lo largo de la última semana, ordenado de peor a mejor y acompañado de una calificación, en negrita, que oscilará entre el 0 (la mierda) y el 10 (lo chachi).

La nota irá acompañada de un one-liner en el que trataré de condensar lo que se transmitió desde el escenario hacia el público, junto con algún que otro chiste fácil; y, en ocasiones, también de otro número entre paréntesis, el orden de los cabezas de serie que había trazado antes de que se celebrase el festival.
  1. The Flaming Lips (7) 0 Ejercicio de manual sobre todo lo que no se debe hacer en un escenario. Cada canción iba seguida de un instant replay en el que se coreaban los estribillos al compás del feo jeto del amigo Coyne en primerísimo primer plano. El anticoncierto.
  2. Za! 2 La originalidad es siempre un punto a favor, excepto con las poesías personalizadas de Moncho Borrajo y con esto.
  3. Toundra 4 En un ascensor, sonaría de puta madre.
  4. PIL 4 Gustó muchísimo, pero yo me sentí algo marciano en medio de todo aquello, tratando de explicarme qué veían. Un poco como lo de Paco Cascos.
  5. The Fiery Furnaces 5 Entramos en el terreno del aprobado raspado y el bien; es decir, aquello que es difícil rebatir con pegas, pero que no logra que uno conecte tanto como desearía. Pues eso.
  6. Caribou 6 Son la bomba que va a estallar, pero fallo del festival colocarlos en ATP a medianoche y no en Llevant más allá de las cuatro, como pedía a gritos.
  7. M.Ward 6 Irreprochable, desde luego, pero sin Zooey Deschanel pierde. Lógicamente.
  8. Triángulo de amor bizarro 6 Solventaron con repertorio excelente y encomiable actitud la dura papeleta de, prácticamente, abrir el festival de jueves a las 6 de la tarde.
  9. Deerhunter 6 El mundo de los georgianos resulta un pelín inextricable para los que no vayan preparados. Incapaz de penetrar en su fortaleza, me toca preparar los deberes para que la próxima no me pregunten de nuevo el tema que había dejado sin estudiar.
  10. John Cale & Band + BCN216 perform Paris 1919 7 Uno de esos conciertos en los que es imposible que algo salga mal, pero el listón está tan alto que no hay quien lo rebase. Como cuando Isinbayeva empieza en el 4,90 y gana con un solo salto.
  11. Einstürzende Neubauten 7 Blixa empuña el micrófono como Richard Gasquet lo hace con la raqueta: con tamaña elegancia que te quedas embobado mientras su sonido taladra, literalmente, o casi, a uno. Claro que, en comparación con Federer (acúdase al puesto dos), la cosa desluce un poco.
  12. Mogwai 7 Comencé algo escéptico, pero, a mitad de setlist, aquello comenzó a subir y subir, y para cuando recogieron el jamón de la cucaña ya se habían borrado todas las dudas de mi semblante.
  13. Belle & Sebastian (6) 8 Stuart no necesita maquillaje para que nos pueda gustar, pero, aún así, se lo puso. Y a tirar de lo mejor de su repertorio, que para eso llevan dos décadas discazo tras discazo.
  14. Papas Fritas 8 Uno de los regresos de la semana. Por ellos no ha pasado el tiempo en absoluto: siguen siendo unos chavales que irradian un buen rollo impresionante, a pesar de que las letras sean más bien tirando a bajoneras.
  15. Of Montreal (8) 7 La mise en scène más estrambótica de las que se presentaron a lo largo de todo el festival, pero con el suficiente buen gusto para no convertir el concierto en una carpa de circo (cf. puesto 22).
  16. Simian Mobile Disco 8 Lo de quemar la pista suena un poco a ruta del bakalao o, lo que es peor, a los repugnantes años noventa, pero a fe que lo hicieron. Y nadie salió vivo.
  17. Animal Collective (4) 8 Yo me los esperaba más banda tradicional y menos rollo DJ y se conoce que iba bastante desencaminado, pero así da gusto (incluso a mí) equivocarse.
  18. The National (3) 8 En cuanto Matt abrió la boca, todas las ratas que poblábamos el escenario Llevant no titubeamos en seguirlo hacia el abismo.
  19. PJ Harvey (1) 9 Cuando te marcas un disco como el Let England shake, pones a tus seguidores en el difícil aprieto de elegir si piden más canciones del repertorio clásico o del último álbum. Dios santo, que todos nuestros problemas sean como este.
  20. Pulp (2) 9 De Mille decía, en una de esas citas que tienen toda la pinta de ser apócrifas y probablemente lo sean, que una película debe comenzar con un terremoto e ir en aumento; Jarvis empezó mediando en una petición de matrimonio y luego nos folló a todos. Que tampoco está mal.
  21. Grinderman 10 No sé si a vosotros os pasa, pero siempre que escucho la expresión "presencia en escena" me da la impresión de que me están tomando el pelo; es decir, me daba esa impresión hasta que vi esto.
  22. Nosoträsh "Popemas" (5) 10 Habrá quien se lo tome como una boutade mía, pero se trataba de la gran apuesta del festival, que contó incluso con Fernando Alfaro y Nacho Vegas como colaboradores de lujo; todos los presentes aplaudimos hasta que dejamos nuestras manos inservibles para la quiromancia, con la esperanza de convencerlas y que vuelvan. Sois necesarias, imprescindibles.

18 mayo, 2011

Sucesiones

Mariano Rajoy nunca presidirá el Gobierno del Estado español: es completamente imposible.

Estamos en campaña, así que toca hablar de política, aunque no me circunscriba a los ámbitos regionales que se ponen en juego este domingo, sino que me lance al terreno de los pronósticos a un año vista: en ese plazo se comprobará que mi predicción no era tan descabellada como parece hoy, y que no significa necesariamente que la incertidumbre del candidato socialista (Rubalcaba, Chacón o cualquier otro, es lo de menos) vaya a remontar un descalabro inevitable, porque no he negado al PP, sino exclusivamente a su actual candidato.

Siempre que hay lío dentro de un partido, y la trama Gürtel es uno de los gordos, se tapian las salidas de emergencia para los gerifaltes, impidiéndoles el escabullimiento mediante el implacable: "si sabía que esto estaba ocurriendo, debe dimitir y recibir sobre sí el peso de la justicia; si lo ignoraba, significa que es incapaz de manejar su propio partido, y eso es señal de que gobernar todo un país lo rebasaría en todos los frentes".

Hoy se le ha sometido a esta trampa desde los micrófonos de la Cadena SER, inquiriéndole expresamente a propósito de su conocimiento sobre las tramas de financiación ilegal en su partido que, a día de hoy, siguen en manos de los tribunales.

Como respuesta ha optado por la más cobarde del inmenso abanico que se le presentaba: "Que yo sepa, no". Un sí, por supuesto, resultaba impensable, ya que llevaría aparejada su renuncia inmediata, pero el no, más o menos creíble, implicaría, al menos, un determinado margen de duda hacia sus capacidades como gestor: la asunción, por fin, de alguna valentía en un discurso que siempre se ha caracterizado por la falta de propuestas ajenas a criticar las del partido cuya oposición ejerce, dejando en manos de sus dóberman los asuntos de la derecha menos fotogénica.

Su vano intento de transformar una situación lose-lose en un win-win, cuando tenía al alcance de la mano un win-lose que le permitiría mantener, cuando menos de forma temporal, la dignidad, bosqueja a un político con una carrera tan enfocada a alcanzar ese sillón (logrado, finalmente, a través del designio de una figura de cuya sombra, probablemente, nunca logre desembarazarse), que no lo abandonará salvo que lo echen a puntapiés; un aferramiento que, por otra parte, a nadie sorprenderá del líder que ni siquiera de cara a la galería consideró dejar su puesto tras fracasar en dos elecciones consecutivas.

16 mayo, 2011

Acciona

Se conoce que a lo largo de estas semanas preelectorales se ha puesto de moda el verbo reaccionar, impulsado desde el progresismo institucionalizado como patrón de actuación ante el imparable auge de la derecha popular, paralelo al declive de los ocho años con Zapatero al timón, navegando a través de las agitadas (el manual del articulista modosito indicaba que aquí emplease "procelosas", pero he decidido jugármela) aguas de la crisis.

Por un lado, está el libro editado por Aguilar; por el otro, la iniciativa con forma de hype capitaneada por Iñaki Gabilondo, que no acaba de encontrar su sitio (quizá es que no tenga otro) desde que abandonó el Hoy por hoy. Aunque el primero opte por el pañuelo palestino y el segundo se coloque la chaqueta de pana, su óptica no difiere en gran medida: mensaje humanista (nosotros podemos) y contra la clase política (pero ellos no).

La acuñación del término reaccionario no es casual y echa sus raíces directamente en la tercera ley de Newton: toda fuerza lleva aparejada otra de idénticos módulo y dirección, pero sentido opuesto.

En manos del ciudadano, del votante, queda elegir si ejercerá fuerza o la contendrá, si empujará o tirará. Decantarse de manera rotunda en uno u otro sentido constituiría un absurdo, si tenemos en cuenta casos extremos como la lucha contra el nazismo, o el cortafuegos social que se llevó a cabo en la segunda vuelta presidencial francesa de 2002 que enfrentó a Chirac con el racista Le Pen, donde socialistas y comunistas pidieron el voto expresamente para el conservador, ante la amenaza que suponía su alternativa.

Sin embargo, en condiciones donde el Estado de derecho se encuentra completamente garantizado, con una separación de poderes que se debe agradecer incluso cuando más duele, y esto es en los casos cuyas pruebas para demostrar una obviedad no presentan la consistencia necesaria; en un escenario así, insisto, no cabe el actuar "contra". La crisis no se soluciona (quizás la del PSOE se mitigue) con la renuncia de Zapatero ni con la caída socialista. Ni siquiera con un retroceso simultáneo del Partido Popular, o con la nacionalización del Banco Santander.

En el ámbito autonómico, la actitud positiva es legislar, planificar, invertir, gestionar, mientras que la reaccionaria consiste en mirar al vecino y pedir lo mismo, aunque no se desee, colocándose el traje regional con un poco de asco para que desde la capital vean que nosotros también somos peculiares y necesitamos unos durillos para sostener nuestro hecho diferencial con forma de boina.

A esta postura, por asignarle un nombre así, al azar, podríamos llamarla "política de las anchoas". Y en Asturias no queremos anchoas. Gracias, pero no, gracias.

01 abril, 2011

Incendies, de Denis Villeneuve

La circunferencia es el lugar geométrico de los puntos del plano que equidistan de otro, llamado centro; el conjunto de pares (x,y), x,y∈ℝ, que cumplen (x-x₀)²+(y-y₀)²=r², cuyo centro se sitúa en (x₀,y₀) y su radio mide r. No caben las emociones ni los sentimientos a la hora de definir.

Denis Villeneuve, que ya había demostrado una tendencia hacia el cine trazado con escuadra y cartabón en Polytechnique, su obra precedente, no menos ambiciosa que esta, pues se trataba nada más y nada menos que de una nueva toma a propósito de la película más influyente de la década pasada, Elephant, aborda en Incendies uno de los temas más complejos del mundo contemporáneo: los conflictos en Oriente Próximo. Esta tesitura aconseja, casi obliga, al igual que a Isaki Lacuesta en Los condenados, un esfuerzo que tiene muchos puntos en común con este, al quebequense a optar por la abstracción. No estamos en ningún país en concreto, sino que nos encontramos en todos: en realidad, ni siquiera estamos en Oriente Próximo.

Aquí no cabe hablar de un discurso fílmico, ni siquiera de una tesis, sino más bien de un teorema, que ni se narra, ni se expresa, sino que se enuncia. De manera consecuente con la elección del escenario, un mero teatrillo, los personajes no pasan de marionetas y la trama es puro guiñol, en un artificio que el espectador advierte desde el minuto cero, salvo el académico de Hollywood que decidió nominarla, quizá porque se la tomó al pie de la letra.

La proposición que presenta Villeneuve trata de dejar obsoleto el concepto de que la Historia la escriben los vencedores, caduco desde el mismo momento en que las guerras no tienen vencedores ni vencidos, principio ni fin. Lo único tangible es el odio hacia el bando rival, entendido este como un concepto más que unas ideas o unas personas. Los protagonistas de esta película, dos gemelos, deben tomar partido entre otros tantos asesinos: uno de ellos, la autora del relato que conduce la historia, ocupa el lugar del bien, mientras que el otro, su padre, adquiere los ropajes del demonio. Los dos han matado convencidos de una causa inexistente por defender a un bando que les fue adjudicado a través del puro azar, y al que llegaron tras haber militado (más en el plano armamentístico que en el de las ideas) en el polo opuesto.

Aunque en primer término pueda sonar a excentricidad, el segundo referente que merece la pena citar a la hora de entender Incendies sería Kramer contra Kramer. Puede que en la telefílmica obra de Robert Benton, más famosa por su incomprensible victoria en los premios Oscar de 1979 frente a Apocalypse now que por méritos propios, la sangre salpique en menos ocasiones la pantalla, pero el núcleo viene a ser el mismo: un hijo (aquí dos) que es influenciado por uno de los progenitores para situarlo en contra del otro ante una separación; aquí, sin embargo, el protagonista no es Dustin Hoffman, sino el punto de vista de la madre (que no la madre), narradora a través de un testamento que la convierte a ella misma en heroína, por haber sufrido hasta el punto de tener que cometer un asesinato a sangre fría, y al padre de sus hijos en un monstruo por seguir un periplo idéntico, pero desde el otro lado del espejo.

Cualquier lectura que obvie el detalle de que esta circunferencia se ha trazado con un compás y no a mano alzada reparará en la inexistente verosimilitud (¿qué sentido tiene buscarla cuando se explicita el tono de cuento al llevar los acontecimientos a un punto indeterminado de Oriente?), en lo grotesco del desarrollo, marcado por un punto de inflexión que sería imperdonable en una narrativa clásica, de cuyas formas Villeneuve se apropia aunque no asuma sus consecuencias, y acabará por salir espantada de la sala de cine, pero habrá sido injusta con unos planteamientos que son tan honestos como para que los que se sientan engañados no tengan derecho a exigir devoluciones: sabían a lo que venían.

27 marzo, 2011

Trabajando

Aunque ahora lo neguéis, que lo negaréis, todos nos mondábamos con el acento texano de Aznar, adquirido tras compartir unas pocas horas con el presidente Bush en su rancho. Nótese que me incluyo, pero bien que me arrepiento: aquello fue un error imperdonable.

Si hay algo que caracteriza a un líder, más allá de vestir gracioso y despertar la envidia de todo el mundo, es la manera en que su tono de voz halla acomodo entre quienes lo rodean y, especialmente, en los que aspiran a sucederlo y están capacitados para ello.

Un ejemplo que ilustra esto de manera que cualquiera lo podrá entender es el de la escuela García: José María, el dominador incontestable de las ondas hertzianas (y también de la radio) durante varias décadas en el Estado español, tenía la curiosa capacidad de contagiar aquel peculiarísimo tono de voz a todo su equipo de colaboradores (amén de al odioso niño que lo imitaba en todos los programas de la Antena 3 de los noventa, aunque de eso ya he hablado).

El imitador más acertado, al que por momentos había que distinguir del imitado a través de una marca de nacimiento, era Agustín Castellote. Él y no otro resultó, por tanto, elegido por García como sucesor, ocupándose de su programa en Onda Cero cuando las desavenencias entre Butano y Antena 3 pusieron fin al carísimo proyecto con sabor a fracaso rotundo. Diez años después, aún sigue dando guerra, y es el responsable del late night deportivo de Punto radio, que se conoce que alguien escuchará. A saber.

Otro cuyo influjo determinaba la manera de hablar de media redacción era Alfonso Arús. No tanto el que regalaba una videocámara Panasonic de cinco toneladas para estrenar los noventa en Vídeos de primera, sino el que a finales de esa misma década tenía un emporio montado entre las televisiones del ámbito catalán y las radios estatales. Un espacio emblemático de ese período lo constituyó el Ya te digo, un magazine casposo donde se contaban siempre los mismos chistes mientras se comentaba la primera edición del Gran hermano: toda mi generación lo escuchó y nadie sabe muy bien por qué.

El caso es que Arús compartía las labores de presentación con Albert Lesan y José Miguel Cruz. Y, salvo que el oído de uno responda incluso a los silbatos de perro, no había allí Dios que distinguiese las voces de esclavos y amo. Lo curioso es que el resto de imitaciones, que constituían la columna vertebral del programa, estaban más bien poco logradas, por decirlo de una manera suave.

Por supuesto, y como vengo desarrollando en la teoría que expongo, ambos lograron puestinos muy bien plantados en la radiofórmula española, despertándoles las mañanas a aquellos que, voluntariamente, eligiesen esa tortura.

Es por ello que la adquisición de acento no constituye ningún ridículo, ni es muestra del supuesto complejo de inferioridad que algunos le atribuían a nuestro ex-presidente, aprovechándose de su modesta estatura para hacer el chiste fácil: la capacidad de imitación es la marca del mesías, el sello que define al sucesor.

Si no fuese por aquel momento de lucidez en el remoto rancho, quizá Josemaría no comandase hoy con mano de hierro y corazón de melón las políticas geoestratégicas de la vieja Europa desde su fundación FAES.

27 febrero, 2011

Malas compañías

La oposición a la Ley Sinde (habida cuenta del arraigo de esta denominación, la adoptaré como válida; lo de "ley Biden-Sinde" se lo cedo a los del gorrito de papel Albal con orejas de burro incorporadas) articula un rictus de ofensa cuando le es recriminado que lo que ellos quieren son pelis y discos gratis. Nada más lejos de la realidad, argumentan: lo único que les preocupa es la salvaguarda de la libertad de expresión, principio inquebrantable de la democracia que se pone en riesgo con esta legislación censora.

Aceptando la enrevesada interpretación del articulado que le confiere tales iniquidades a la actuación administrativa (la Policía también puede llevarse tu coche sin orden judicial, y a nadie se le ocurre tacharlo de conspiración para desmotorizar a la disidencia), no hace falta remontarse muy atrás para encontrar un caso donde el acallamiento de un medio trasciende el terreno fabulado que ahora nos ocupa: el cierre de Egunkaria en 2003, que, tras siete años de litigios, culminó con la absolución de todos los cargos, cuando era imposible que las imprentas regresasen a las calles esa cabecera.

Si el terreno de lo (difícilmente) potencial ha hecho correr caudalosos ríos de tinta, reflexiona uno, qué no habrá ocurrido cuando realmente se clausura un medio a partir de acusaciones tan vagas que acaban demostrándose falsas. Las condenas al respecto de los ahora más críticos se contarán por decenas, centenares. No resultaría sorprendente que hubiesen intentado quemarse a lo bonzo delante de los juzgados, presa de la comprensible indignación. Gracias a Dios, está Google para encendernos a su lado de nuevo, rememorando este triste episodio de la historia judicial reciente en España. Adelante, empecemos. Vaya, hombre, también es mala suerte. Otra vez. Y otra. Nada. Que no hay manera. Menudo planchazo.

Estoy seguro de que no es que yerre yo con mi voto de confianza y haya gato encerrado, sino que Google me escamotea resultados. Lo de que el artífice de la campaña "No les votes" (que, aunque lo parezca, no solo se limita a reivindicar el leísmo, sino que pide la retirada de sufragios a PSOE, PP y CiU) sea un abogado que vive de defender a las webs de descargas de contenidos protegidos (no mucho) por derechos de autor no pasa de la anécdota.

La campaña de marras pide el boicot para esos partidos pero, oye, no porque sean los tres cuyos votos han permitido sacar adelante la Ley Sinde, sino porque... eh... porque son muy corruptos. Un momento, que me comunican por el pinganillo que no es exactamente así. Pero, consejo de amigo, no se os ocurra criticar esta propaganda o cuestionar sus verdaderos motivos, si no queréis sufrir la ira de sus artífices.

Lo que más llama la atención de todo esto es que la práctica totalidad de respuestas al "movimiento" llegan desde personas cuyo alineamiento contra los partidos target de la operación es patente desde el principio: ¿por qué no subirse, pues, al carro del libelo, a pesar de que no se comparta, cuando sus objetivos coinciden con los propios? La respuesta tiene una carga antropológica obvia: por el mismo motivo que no nos hacía ninguna gracia que el gordinflas o el cuatro ojos quisiesen hacerse nuestros amigos en el patio del colegio.

25 febrero, 2011

Medias tintas

¿A quién tratáis de impresionar? Para haceros los gallitos, qué menos que un aro en la nariz. No digo un pendientejo de esos de chichinabo, eh, sino una argolla como las que se les coloca en el hocico a las vacas.

Porque, en el mundo los piercings, elegir las uñas representa lo mismito que las calcamonías (la RAE, entre otros, dice que son calcomanías, pero suena mucho peor) dentro de la cultura del tatuaje. Que vale que en su día resultaba la mar de punk clavarse veinte imperdibles en la trenca, pero estamos en el s.XXI: quemarse a lo bonzo ha dejado de ser lo mismo que ensalivar la punta del dedo y darle un toquecito a la plancha para ver si está lista.

Llamar piercing a una incisión en la uña deja abierta una vía para el martirio de sofá, donde pasarse el cepillo por el pelo convalida como escarificación. Y no. Estas cosas hay que cortarlas de raíz.

O los miembros de las típicas tribus africanas raras que se colocan un disco en el labio inferior para deformárselo, qué me decís de ellos. A mí eso no me dice nada, que cuando visité Covadonga me metí entero en la boca un caramelo de los gigantes cuyo envoltorio lleva una imagen de la Santina. El cuerpo de la madre de Cristo.

Tres cuartos de lo mismo con las mujeres que se colocan cincuenta aros en el cuello para estirárselo y disfrazarse en Carnaval de jirafas: ¿para qué tanto cuento si con ponerse un jersey de cuello de cisne del Primark ya les colocan la medallita de exotismo en el carné de exploradoras?

Las cosas, si se hacen, se hacen bien.

20 febrero, 2011

Transmisión

Por mucho que uno se resista, llega un momento en el que cruza la frontera. Madurar no consiste en que le salgan a uno pelos aquí y allá, en sentar la cabeza, casarse y tener churumbeles, ni en nada parecido. La certeza de haber dejado atrás la juventud llega al escuchar cómo salen de la boca propia las frases que nunca pensaría que lo harían: me temo que, sí, me refiero a las frases de padres.

Estos terribles vestigios intergeneracionales dan lugar a herencias incomprensibles, donde todo está permitido. Da igual que tengamos un C2 de inglés, que nuestras cuerdas vocales olvidan de manera refleja la lengua de Chaucer para alimentar durante meses nuestras pesadillas a través de un "la cagaste, burlancáster". Nuestros padres tenían excusa, porque ellos no estudiaron inglés más allá del "verigüel, Manuel" o el "okei, Maquéi" (el último es de Leticia Sabater, así que no cuenta), pero es que nosotros sí sabemos pronunciar el nombre del protagonista de El gatopardo.

Las rimas trascienden el idioma inglés, y también nos encontramos con pareados que para sí quisieran Ángel González o Leopoldo María Panero. Que si "en fin, Serafín", que si "echa el freno, Madaleno". ¿Quiénes serían los tales Serafín y Madaleno? Nos da igual: lo que hace grande su memoria es el mérito que tiene que coincidiese su presencia en los hechos rememorados con la rima consonante. Porque si el freno lo hubiese echado Jeremías ya ves tú quién se iba a acordar de la jugada.

Y todavía hay más, porque las genialidades no se restringen a los cauces de la poesía tradicional, sino que, contemporáneas ellas, abrazan las inmensas posibilidades que ofrece el verso libre, donde la encargada de medir el nivel ya no tiene por qué ser Maribel, sino que se puede despedir uno de Lucas con lo que le sale del corazón (¡hasta luego!), sin amoldar sus emociones a unas formas caducas.

Tiene cabida incluso la abstracción, cuyas desafiantes formas hacen que los academicistas se rasguen las vestiduras: ¡ni hablar del peluquín! El genio detrás de esa expresión pretendía, sin duda, alertar a la sociedad a propósito de la alienación a la que nos someten nuestros trabajos y la rutina de nuestras vidas.

Por supuesto, el legado que dejaremos a las generaciones venideras no se mide en libros, ecuaciones, películas, ni medicinas, sino en coletillas. En el año 2100, cuando un cuarentón repita, para su asombro, sin la menor idea de lo que significa, aquello de "la he liado parda", o "trata de arrancarlo, Carlos", sabremos que nuestra existencia no ha sido en vano.

La posteridad nos espera.

13 febrero, 2011

Mejor película estrenada en 2010: Surrogate

Por cuarta de las cinco ediciones que se cumplen en esta categoría, el premio viaja hacia Francia, aunque no en su totalidad. Otra de las circunstancias que marcan la lista es la deuda que saldo con Wes Anderson, cuyo Viaje a Darjeeling maltraté injustamente cuando la consideré lo peor estrenado en 2007, algo que no se sostiene ninguna de las maneras, y que me ha dolido especialmente tras revisar su filmografía.

Amplia presencia del cine americano, en un año que, dentro de aquellas fronteras, se puede clasificar como satisfactorio en términos globales, a pesar de los desastres firmados por Nolan o Shyamalan. No así cuando nos circunscribimos a las nuestras, donde se nota, y de qué manera, que no ha estrenado Almodóvar, que Serra no se sabe a qué se dedica, que lo de Lacuesta y De Orbe es casi invisible, o que Villamediana, aunque mejora en su segunda creación como director, no logra evitar el desierto en la categoría de mejor filme español.
  1. El escritor, de Roman Polanski
  2. Teniente corrupto, de Werner Herzog
  3. Los otros dos, de Adam McKay
  4. Fantástico Sr. Fox, de Wes Anderson
  5. Film Socialisme, de Jean-Luc Godard
  6. La red social, de David Fincher
  7. Copia certificada, de Abbas Kiarostami
  8. Two Lovers, de James Gray
  9. Tras comenzar su carrera con veinticinco años, Gray se pasó de los treinta a los treinta y ocho sin poder rodar, lo que ha compensado con creces a través de, primero, La noche es nuestra y ahora (que de ahora tiene muy poco, teniendo en cuenta que, a pesar de su indiscutible potencial, ha llegado a las pantallas españolas con dos años de retraso), estos Two Lovers. Ambas películas, junto con La otra cara del crimen, conforman una especie de trilogía de la trastienda, donde las tramas son clásicas en su concepción, en su desarrollo y en su puesta en escena, pero cuya importancia no reside en lo que pasa, sino en cómo se urden, en mostrar lo que nunca vemos, desde un juicio por asesinato en el que quedamos todos como amigos hasta un compromiso matrimonial que cambia en una de sus partes sin mayores problemas.
  10. Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas, de Apichatpong Weerasethakul
  11. Así, como quien no quiere la cosa, el gran espectáculo visual, donde se recompila el lenguaje cinematográfico, dejando como clásico todo lo rodado con anterioridad, no lo produce una major, sino Eddie Saeta, con cuatro perras. Salvo para Roger Federer, imposible hacer más con menos. Cambiar para que nada cambie. Es la mejor película de la historia, estamos todos abrazándonos.
  12. Ne change rien, de Pedro Costa
  13. La cara opuesta de Shine a Light, con planos fijos, en blanco y negro y formato televisión, sustituye el espectáculo de aquella por la reflexión sobre la creación artística, con Jeanne Balibar como vientre de alquiler. Para la Historia Del Cine (Historia y Cine con mayúsculas, en cuanto disciplinas, y Del también, porque me apetece) queda la escena de la grabación en el estudio, con la protagonista vagando sin rumbo dentro y fuera de plano mientras los altavoces reproducen la canción ya mezclada. Un Ethan Edwards contemporáneo.

Palmarés
2009 - 36 vues du Pic Saint-Loup, de Jacques Rivette
2008 - Las horas del verano, de Olivier Assayas
2007 - El romance de Astrea y Celadón, de Éric Rohmer
2006 - Lady in the Water, de M. Night Shyamalan

06 febrero, 2011

Peor película 2010: I'm listening

Recuerdo una conferencia de José Enrique Monterde, el siglo pasado, en la que ponía a caldo al cine español. Nada del otro mundo, teniendo en cuenta que el colegio de críticos cinematográficos exige a sus miembros un mínimo de dos gargajos sobre nuestra cinematografía al año.

Uno de los tomatazos le caía a José Luis Garci, acusado de realizar "cine radiofónico". Vaya, que, a pesar de que presuma de contar como referentes con John Ford y Leo McCarey, su herencia procede más de Los Porretas (los del serial, no los del grupo infumable) que de los clásicos de Hollywood.

De todas maneras, los presupuestos (tanto económicos como intelectuales) del madrileño son bastante limitados, así que tampoco tiene sentido tirarnos de los pelos al observar sus mediocres resultados. Y para una vez que le ha tocado una subvención de las gordas (la que le concedió Aguirre a Sangre de Mayo), el escándalo queda compensado por la travesía por el desierto que lo espera, merced al fracaso de la película o a las rencillas políticas que él considera que no le dejarán volver a rodar. Un drama.

Sin embargo, Christopher Nolan, inventor de nada con Memento, y cuyos mejores resultados llegan cuando se lo ata en corto (Insomnio), quiso marcar un antes y un después en los espectáculos audiovisuales con Origen, para lo que contó con un presupuesto de, os ahorro la visita a IMDb, 160 millones de dólares, lo que le permite edificar construcciones que se doblan y chorradas por el estilo.

No contento con esas virguerías, Nolan, que antes que director es guionista, decidió que aquello había que construirlo de la manera más enrevesada posible, con varios niveles de realidad y ficción. Pero, claro, resulta que esto no es su proyecto de fin de curso, sino que hay ciento sesenta millones de pavos, de machacantes, en juego, así que, por favor, Christopher, no te andes con tonterías, que no queremos que la gente salga del cine sin haberse coscado de nada. Claire Denis o Sandro Aguilar pueden rodar L'intrus o A zona, sí, pero porque, Christopher, esas películas valen cien veces menos. O mil.

Así que el amigo Christo, que tiene la sana ambición de volver a rodar algún día algo en lo que no salgan murciélagos, tomó una decisión sorprendente: incluir los audiocomentarios dentro de la propia película. ¿No resulta frustrante jugar a una aventura gráfica y acabar dejándola porque te quedas atascado? Nolan lo arregla y te incluye la guía en los diálogos. ¿Qué podré hacer? Pues usa escalpelo con Oozo el payaso, jolín.

De todas maneras, y a pesar de que Origen esté pensado como sudoku con un solo hueco, los espectadores siempre desafían a las normas y pueden encontrarse cientos, miles de hilos en los foros de IMDb y en Yahoo Answers teorizando sobre cómo rellenarlo.

¿Qué pasará tras el fundido en negro? Pues que salen los créditos, almas de cántaro. Ni más, ni menos.

Palmarés
2009 - Avatar, de James Cameron
2008 - Gomorra, de Matteo Garrone
2007 - The Darjeeling Limited, de Wes Anderson
2006 - C.R.A.Z.Y., de Jean-Marc Vallée

05 febrero, 2011

3000 A/D

Nota de prensa aparecida en El progreso de Lugo el 5 de febrero de 2999:
Coincidiendo con las celebraciones correspondientes a la llegada del año 3000, el Museo de la Historia de Nuevo Bombay organiza una muestra sobre las formas de vida correspondientes a distintas etapas de la humanidad.

En la primera de las salas, "Pintura y escultura", se recogen obras que van desde el arte rupestre hasta "La libertad guiando al pueblo", de Eugène Delacroix.

La segunda, "Fotografía", abarca desde mediados del s.XIX, cuando aparece el daguerrotipo, hasta finales del XX, franja que coincide con el final de esta forma de plasmación de la realidad. Nombres como Cartier-Bresson o Leibovitz se encuentran entre los que más trabajos aportan a esta sección.

La tercera, "Llaveros y frisbis", quizá la más enigmática de todas, recopila algunos de los cientos de elementos del s.XXI que han ido apareciendo en excavaciones con rótulos que dejan claro que esos eran los métodos usados en aquella época para conservar momentos cuya perduración en el tiempo se deseaba. Aunque algunos expertos apuntaron a que los "USB" y "CD-ROM", como se los conocía por aquel entonces, contienen información, esta teoría ha quedado descartada tras comprobar que resultan completamente ilegibles. No faltan en el catálogo obras emblemáticas de este período como "Boda de Conchita", de Verbatim, o "De fiestuqui", de Kingston.

Por último, en "Hologramas" se recopilan escenas desde el s.XXII hasta nuestros días, a través de las miradas incontestables de, entre otros, Haprwj3rjsa Jkefewwd y Manuel Fraga Sr.

30 enero, 2011

Mejor disco 2010: La felicidad, ah, ah, ah, ah

El año venía marcado por el lanzamiento de novedad a cargo de tres de las marcas con más peso en el momento actual: Arcade Fire, LCD Soundsystem y M.I.A. Ninguna cayó en dieciseisavos, pero sí que han aparecido algunos alcorcones (aunque solo dos de los presentes sean álbumes de debut) con la energía suficiente para aguarles la fiesta.

Dada mi circunstancia de lego en rap y puesto que no tengo la jeta necesaria para incluir en una lista así ningún álbum nacional, la nota ecléctica de la selección la aporta una banda sonora, cuya película gestante puede que también se pase por las listas correspondientes. O que no: cada vez queda menos para saberlo.

  1. /\/\/\Y/\, de M.I.A.
  2. Volume Two, de She & Him
  3. Contra, de Vampire Weekend
  4. The Suburbs, de Arcade Fire
  5. The Social Network, de Trent Reznor y Atticus Ross
  6. Treats, de Sleigh Bells
  7. Teen Dream, de Beach House
  8. This is happening, de LCD Soundsystem
  9. A pesar del bajón que supuso el primer single, un Drunk Girls que, aún hoy, no acabo de digerir, ni siquiera con el excelente vídeo del amigo Spike en que viene servido, el resto del álbum está muy por encima, especialmente gracias al impecable bloque que constituye el auténtico magma de Murphy: One Touch, All I want y I can change.
  10. High Violet, de The National
  11. Obviamente, last.fm sitúa en el plano de la supersimilitud la relación entre Arcade Fire y The National. Y, si no fuese por el impresionante timbre de Matt Berninger, resultaría complicado distinguir la autoría de sus temas. La guerra entre ambas bandas por el cetro de la creación maximalista de mundos propios ya tiene la categoría de un Federer-Nadal. Y, este año, a los americanos les ha tocado ser el suizo.
  12. Crazy for you, de Best Coast
  13. De manera objetiva, Best Coast es el grupo que más mola. Lo tiene todo: gaticos, surf y su cantante se llama Cosentino, como las encimeras. Las canciones sobre lo chungo están bien, pero, de vez en cuando, no está de mal una escapadita hacia el mundo de la piruleta en el que la referencia musical no es Kanye West, sino los Beach Boys. Las praderas de los Teletubbies son de cartón piedra, pero no nos importa.

Palmarés
2009 - Merriweather Post Pavilion (Animal Collective)
2008 - Third (Portishead)
2007 - Kala (M.I.A.)
2006 - Fundamental (Pet Shop Boys) / The Life Pursuit (Belle and Sebastian)

29 enero, 2011

Mejor canción 2010: Apaga la luz al salir

Es el momento de una de mis secciones favoritas, que permite utilizarla como cajón de sastre para incluir a los de siempre, a los que acaban de llegar, e incluso alguna que otra boutade extraída de las listas de éxitos, que siempre hacen bonito.

La fórmula ya lo había inventado Kinder (algo nuevo, chocolate y una sorpresa), pero llega el momento de que Loquemola la ponga en práctica. Os dejo con ello.

  1. Giving up the Gun, de Vampire Weekend
  2. Only Girl (In the World), de Rihanna
  3. In the Sun, de She & Him
  4. Valencia, de Josh Rouse
  5. MEDS AND FEDS, de M.I.A.
  6. Infinity Guitars, de Sleigh Bells
  7. All the Lovers, de Kylie Minogue
  8. Happy, de Best Coast
  9. Ellos están felices y nosotros más, por la manera en que la revelación de este año ha irrumpido en nuestras vidas. Estábamos hechos el uno para el otro, y no vamos a enfadarnos por un quítame allá esas pajas. El caso es quererse, y con ellos se hace difícil lo contrario.
  10. I can change, de LCD Soundsystem
  11. James Murphy nos promete que puede cambiar para que nada cambie, pero ya es demasiado tarde: estamos decididos a que todo siga igual. Si funciona, no lo toques, y I can change no tiene nada que envidiarle a Tribulations o All my Friends, a pesar de que la evolución, disco tras disco, hasta llegar al tercero, el que coloca a un grupo en la historia de la música, es notable.
  12. Sprawl II (Mountains beyond Mountains), de Arcade Fire
  13. La banda más majestuosa del globo aúna todas sus fanfarrias para dar a luz un himno sobre el recogimiento y la agorafobia. Un alegato minimal desde el exceso. La absoluta incoherencia que supone cantarle al aislamiento en estadios llenos, a la oscuridad alumbrados por decenas de focos, solo podía llegar de manos de los canadienses, que han vuelto a acertar. Y lo que nos queda.

Palmarés
2009 - Not Fair (Lily Allen)
2008 - You'll find a Way (Santogold)

Mejor disco nacional 2010: El enemigo de las rubias

Un detalle de mi personalidad que llevaba en el más absoluto de los secretos es el de mis ligeras dificultades a la hora de dar el brazo a torcer. Sé que os será difícil recobraros ante una revelación de este calibre, pero la franqueza también conforma una columna maestra irrenunciable en mi carácter.

Como prueba de mi obstinación, quedan estas entregas episódicas de lo mejor del año, que quizá no hayan resultado tan buena idea como sonaba en el momento de su gestación, pero con la que sigo adelante contra viento y marea y, por fin, con la de hoy, acabo la parte rollo, la de las categorías menores que en las ediciones pasadas ventilaba en un par de líneas.

A pesar de que este año han sacado álbum bandas que se sitúan entre mis preferidas dentro del capítulo estadoespañolés, los resultados oscilan entre la abulia del más de lo mismo (Los planetas, Ellos) o el rechazo por un radical cambio de estilo que representa una traición a la obra previa (Maga, Algora).

Afortunadamente, a pesar del fracaso de este establishment, o precisamente como consecuencia, la escena underground se reinventa y nuevos outsiders reivindican su lugar dentro del panorama estatal (prometo que no he recibido un encargo, a la manera de Moncho Borrajo, para incluir en el mismo párrafo establishment, underground y outsiders).

Entre esta nueva ola, una de las voces que empieza a sonar con más fuerza es la de Raúl Querido, que cumple con creces su labor de ariete contra la generación previa, requisito indispensable para establecer un movimiento artístico. Cabeza visible del, podríamos llamarlo, "Grupo del eMule", no es ya solo que aproveche las redes sociales para dar a conocer su música, ni siquiera que lo haga exclusivamente a través de ellas, sino que directamente abandona la estructura tradicional de creación de un álbum cada dos años, para publicar cada canción en el momento en el que la termina, a través de compilaciones brevísimas (aunque él se refiere a ellas como EP, no es exactamente lo mismo) con alguna peregrina excusa temática.

De entre estas obras, la que ha alcanzado una mayor repercusión es, precisamente, la que arremete contra figuras (femeninas) de peso (unas más que otras) en la música del país: Enamorado de las rubias, que contiene solo dos temas, donde se escupe sobre Christina Rosenvinge y Amaia Montero, y un medley bastardo, aunque se completa a través de Mai, ¡oh, Mai!, dardo para Mai Meneses confeccionado a la manera de un rap e incluido dentro de 4​+​2 Canciones para el Señor Pollo, con el que se cierra el tríptico de las divas decadentes.

Habrá quien lo vea como el enésimo chiste sobre la pretérita obesidad de Amaia Montero, pero, bajo la superficie, se encuentra la nada, y precisamente ahí reside la virtud de esta medicina revulsiva que persigue vaciar un estómago musical congestionado exceso tras exceso. Música para vomitar. Café con sal.

Palmarés
2009 - El primero era mejor (Manos de topo)
2008 - Ortopedias bonitas (Manos de topo)
2007 - La revolución sexual (La casa azul)
2006 - Batiscafo Katiuscas (Antònia Font)

28 enero, 2011

Peor disco 2010: No me decido

Aunque no aparece en el multienlazado (tanto, que paso de enlazarlo) Diccionario de falacias que, junto con su implicación en los GAL, constituye el nudo dentro de la obra del polifacético Ricardo García Damborenea, la apelación a la tradición es una de las trampas lógicas con las que nos tropezamos más a menudo; como ejemplo más evidente de esta práctica, los discursos que se escabullen de la ponderación entre artes plásticas y maltrato animal para justificar la continuidad de la fiesta taurina apuntando a su largo recorrido.

Este blog, sin ir más lejos, también sufre en sus carnes las consecuencias de este conservadurismo a través de categorías como la actual, que se viene repitiendo año tras año sin que nunca haya tenido un ganador claro, y, mucho menos, consistente.

¿Digo que el peor disco del año es el de Enrique Iglesias, a pesar de que solo he escuchado su irritante single? ¿Sería poco ético hacerlo si no me escucho antes todas las pistas varias veces (¡anda ya!)? O también puedo tirar de decepciones, como Galimatías, de un irreconocible Algora, cuyo resultado hace a uno dudar que su autor sea el mismo que tres años antes consiguió alcanzar el reconocimiento desde uno de los circuitos menos lucidos, a través de aquel hit tras hit que fue y es Planes de verano.

Optando por el término medio, donde no es que no se encuentre siempre, sino que apenas coincide unas pocas veces la virtud, para cumplir la formalidad, y sin demasiado entusiasmo, hago entrega de los laureles del petardeo musical al Teenage Dream de Katy Perry, sucesión del pop más deliberadamente pegajoso, fallido tanto en ese propósito como en el de transgredir, con picardías tan melifluas que parecen sacadas de la libreta en la que Nino Bravo descartaba sus rimas excesivamente repipis.

Taladros armónicos como California Gurls sirven de penúltima evidencia para la obviedad de que no basta con tener a un productor molongui y a un rapero al lado para que tus temas se sostengan en pie; aunque, desgraciadamente, también constatan que hasta un hámster podría alcanzar los primeros puestos dentro de las listas de éxitos sirviéndose exclusivamente de esas ayudas.

Hay que concederle, por otro lado, el justo reconocimiento a la labor comparativa que desinteresadamente lleva a cabo un álbum como este: a su lado, el peor single de Lady Gaga y la más horrenda de las caras B de Madonna se convierten en clásicos inmarcesibles.

Palmarés
2009 - Vinagre y rosas (Joaquín Sabina)
2008 - Rockferry (Duffy)
2007 - Desierto
2006 - Whatever People say I am, that's what I'm not (Arctic Monkeys)

25 enero, 2011

Peor canción 2010: Cosas que vienen de Colombia

Esta sección, que nació el año pasado con vocación de vengar las elecciones chocantes en el resto de categorías negativas (Avatar o Sé lo que hicisteis, por elegir dos productos que, obviamente, no son "los peores", pero cuyo concepto sí puede situarse entre lo más abominable de sus respectivos ramos), continúa la línea que se trazó en su estreno: no es el territorio para una cara B de Yeah Yeah Yeahs o un single tirando a desafortunado de La casa azul.

Lo que más y peor ha sonado durante 2010 tiene un nombre propio: Shakira (que, por cierto, si consultáis la Wikipedia comprobaréis que no es un alias artístico, sino su nombre de pila; para ser exactos, Shakira Isabel, nada menos).

Aunque a este apartado no lo acompaña ningún ranking y se queda únicamente en el nombre ganador, sin duda, de existir este, estaría copado por los temas del último álbum, Sale el Sol, de la colombiana; como mínimo, sabemos que los Messi y Cristiano Ronaldo de los temas casposos se corresponden, a ciencia cierta, con Loca y Waka waka (esto es África).

La igualdad entre ambas (similar a la existente dentro de la analogía futbolística que acabo de presentar) me obliga a otorgarles el galardón ex aequo. A favor de la primera juega su mayor cercanía en el tiempo, mientras que su competidora cuenta con el aval de haber sonado machaconamente durante un Mundial de fútbol cuya resonancia (extendida a este tema y a otro de David Bisbal que daría para unos cuantos loquemolas) fue mayor que nunca en el Estado español.

De forma deliberada, evito introducirme en el espinoso debate alrededor de sus letras. A pesar de que resultan poco menos que preescolares, lo mismo se podría decir (y se dice, insistentemente) sobre Mecano, grupo que día tras día se convierte en más reivindicable, o respecto de respetabilísimas formaciones de la escena alternativa: "no eres hongkonesa/ podrías ser limeña", "tengo tacones de aguja magnética/ para dejar a la manada frenética". ¿Cuál es de Shakira y cuál de Chico y Chica? (Bueno, vale, quizá no se trata del mejor ejemplo, pero el grupo de los Cano sabéis que sí cuenta en su discografía con ripios así de pueriles y mucho peores).

Para terminar, una última nota biográfica: Shakira viene de Barranquilla, donde se fue el caimán y por donde se cayó el chaval. ¿Nos ha salido a cuenta el cambio? Desde Loquemola, opinamos, humildemente, que no.

Palmarés
2009 - I gotta Feeling

24 enero, 2011

Mejor programa de televisión 2010: Cualquier tiempo repuesto fue mejor

El corpus central de mi teoría, que llevo años edificando, demuestra que, a pesar de que los aplausos siempre se los lleve el payaso tonto, la viga maestra del circo la soporta el payaso serio: no tendría sentido el otro sin el uno, pero mucho menos el uno sin el otro. Quiero decir, llevo años, pero todavía no está para sacarla del horno; esto es solo un adelanto.

Uno de los ejemplos indiscutibles para ilustrar mi posición lo constituyen Javier Capitán y Florentino Fernández, la pareja que presentaba hace una década uno de los grandes pelotazos de la fórmula Globomedia (la receta que articula todos los magazines actuales, salvo los de La 2), El informal. Aquello se agotó, como pasa con todo producto audiovisual menos con Cuéntame, y toda la gente que se reía con Fernández pasó a odiarlo cuando abandonó el apellido y adoptó su nombre de pila. De su contrapartida no se tienen demasiadas noticias, pero tampoco parece que a él nadie lo odie a muerte. Que ya es algo.

Y el otro viene a partir del tándem Javi Martín-Juanjo de la Iglesia que escudaba a El Gran Wyoming en el primer ariete con el que la productora de Emilio Aragón trazó (para mal) las líneas maestras de la televisión española contemporánea. En este caso, la invisibilidad post-éxito le cae más de lleno al primero, mientras que el segundo ha continuado cultivando el humor inteligente (también conocido como "humor de sonrisa", eufemismo de sin gracia) en autonómicas y cadenas menores (Telemadrid y Localia) con un estilo elegante y agradable, lo que, a día de hoy, ya es bastante decir.

Una de estas aventuras que han pasado desapercibidas para casi todos es el concurso El tramposo, cuya emisión original, a cargo de la emisora pública madrileña, data de 2006, pero que recupero un lustro después para otorgarle este premio (que, no lo niego, también tiene algo de típex, subsanando torpemente un olvido pasado, aunque no de manera tan clamorosa como el Oscar a Scorsese por Infiltrados), aprovechando su redifusión a través de la edición satélite de este canal.

El formato, cuyo origen desconozco, aunque canta a importado, se caracteriza en esta ejecución por una austeridad inusitada en el medio televisivo (desde los tiempos de Al habla, que ya me ocuparé de reivindicar en otro momento), con un plató sin apenas decorados y, mucho menos, bailarinas cantando una canción en playback para introducir cada juego. Si el Grand Prix de Ramón García representa la burbuja, esto es un menú anticrisis; previo a la crisis, encima: un adelantado a su tiempo.

Los participantes tienen que contestar unas preguntas memas cuyas respuestas son conocidas por uno de ellos, el tramposo de marras, que deberá aprovechar su ventaja sin pasarse, para que sus compañeros no lo cacen. Al final de cada ronda, la democracia entra en juego y cada uno vota a la persona de la que sospecha, expulsándose al concursante con más menciones.

A pesar de lo poco atractivo de la dinámica y del envoltorio que la contiene, El tramposo es un estimulante de potencia superior al más vibrante de los partidos de fútbol: un espectador comedido puede verse recogiendo su monóculo tras agitar los brazos ante la torpeza de los contendientes que se muestran incapaces de reconocer las señales manifiestas de trampas que él había advertido desde casi el comienzo.

El signo de los tiempos, donde, paradójicamente, el televisor se caracteriza por la total exhibición y la nula capacidad de observar, determinó el fracaso de este espacio, condenado a sobrevivir dosificado en el tiempo, siguiendo la calma chicha que marca la batuta de Juanjo de la Iglesia.

Palmarés
2009 - Ilustres ignorantes
2008 - El comisario
2007 - Desierto
2006 - Noche sin tregua

23 enero, 2011

Peor programa de televisión 2010: No me gusta Rockferry

Lo fácil sería atacar desde este capítulo a un Sálvame, La noria, o Gran hermano, pero es que defender algo así alcanzaría unos niveles tautológicos similares a post previos de este blog cuyo recibimiento fue tirando a tibio, como "Cosas que mojan: el agua" o "Capitales de provincia: Logroño es una".

A los integrantes de esa terna, así como a sus compañeros del muladar en que Telecinco ha luchado por convertirse, les caen palos desde todos los puntos del firmamento, especialmente por parte de espectadores que no se pierden un programa de esa cadena, así que no perderé el tiempo con una tarea más que bien atendida, y me ocuparé de desenmascarar a miembros no fichados de la telebasura.

Si uno se declara en público seguidor de alguno de los espacios mencionados con anterioridad, automáticamente se le coloca (con razón) el sambenito de tontico; sin embargo, como le dé por explicar algún gag de "Sé lo que hicisteis", no solo se libra de esa etiqueta, sino que un coro de "¡oh!" le hará la ola, y la gente contará a sus conocidos lo del tío ese tan listo al que le gusta el humor inteligente.

Resulta que el magazine de marras resume cada sobremesa la actualidad del mundo del corazón a través de vídeos de programas de la competencia, que posteriormente se desmenuzan desde el distanciamiento y la burla de todo lo que rodea a ese mundillo. Este esqueleto se sazona con imitaciones de los personajes más conocidos y con insertos en los que los reporteros del programa acuden a actos de la farándula para entrevistar en tono guasón a los protagonistas.

Suena bien, ¿verdad? Salvo por el ligero detalle de que se corresponde palabra por palabra con el desenfadado acercamiento del que era estandarte hace un lustro Aquí hay tomate y que, a su vez, ya se basaba en lo introducido por ¡Qué me dices! hace tres.

A pesar de la progresiva decadencia de la revista de La sexta, observada incluso por sus mayores incondicionales, la esencia ha sido la misma desde el minuto uno, y si este análisis no ha llegado antes desde estas líneas quizá ha tenido que ver con la vía libre que supone la reciente salida de Ángel Martín, cómico al que aprecio a pesar de su implicación en este despropósito, en cuanto autor de uno de los mejores monólogos de aquella Paramount Comedy germinal del actual universo Chanante/Nui/Coconut: El melocotón que murió por culpa tuya.

Palmarés
2009 - Callejeros
2008 - Salvados
2007 - Especiales sobre Madeleine
2006 - Manolo y Benito corporeision

Error u omisión

Para empezar, os dejo dos enlaces: este y este. ¿Notáis alguna diferencia entre ambos? Las similitudes saltan a la vista: ambas son lecturas superficiales, ninguna provoca una mínima sonrisa... pero me refiero a la esquina inferior derecha de la imagen. ¿Ya?

Efectivamente: Forges, que ni se llama Forges, sino Antonio Fraguas, y que venía incluyendo desde hacía más de un año la cantilena esa en cada viñeta, ha acabado por rogar a Dios y dar con el mazo, olvidándose, ya no en segunda, sino en primera persona de Haití. Canalla, sátrapa, egoísta, fariseo.

Como cuando tu tía la del pueblo te regala una vasija horrorosa y la tienes que colocar en el recibidor para que no se te enfade, pero siendo él mismo el que se buscó la ruina, el dibujante atravesó un año por el desierto, con pesadillas día sí y día también en las que soñaba que estaba comiéndose una naranja (si había cenado ligero, solo una mandarina) y, al quitarle la pegatina, le daba por leer su rótulo: "Pero no te olvides de Haití". El horror. El horror cítrico.

Su resistencia fue estoica, pero, al final, como todas las promesas de mi amor se irán contigo y me olvidarás, tuvo que claudicar y mandar con viento fresco a los negritos haitianos (que son muy monos, pero para un día o dos: lo poco gusta y lo mucho cansa) para recuperar esos 30×30 píxeles que cada día se le hacían más queridos. Como cuando le dejas a alguien tu plaza de aparcamiento y acabas diciéndole que te la devuelva, porque lo ves que se encariña demasiado con ella. Que no la vas a usar, oye, pero es tuya. Tuya.

22 enero, 2011

Personaje de 2010: El arte es una movida mu gorda

Llegan buenas noticias: podéis dejar de apretar F5, porque la entrada más esperada de 2011 ya llega a vuestros monitores. Con una novedad, eso sí: este año se edita por entregas, para poder otorgarle a cada categoría la importancia que se merece. No porque esté estirando la publicación de la lista de películas hasta que vea las que me faltan, como dicen las malas lenguas, eh.

El primero en entregarse, el de personaje del año, viaja hasta el zurrón de Emilio Restrepo, vigilante jurado y artista, colaborador habitual del espacio de debate Museo Coconut, cuya primera temporada cerró .neox (nunca he tenido muy claro si el . se pronuncia; yo, en aras del completismo, digo puntoneox, de la misma manera que me refiero a la emisora de Prisa como cuatro grados) hace un par de semanas.

Ya consolidado el siglo XXI, resulta cada vez más difícil confeccionar un canon al que acudir a la hora de dilucidar la calidad de una obra de arte sin caer en los lugares comunes que oscilan entre "esto lo hace un niño de tres años" y "con estas bolsas de las Tiendas Corty, el artista quiso plasmar su angst".

El cedazo que buscábamos llega a través del galardonado, que se revela como el único criterio fiable, objetivo, matemático para juzgar las propuestas que pueblan los museos. El test de la verdad consiste en soportar, al modo de No te rías, que es peor (en la etapa presentada por Ramón García, evidentemente), la explicación de la obra a cargo de Restrepo sin que se le escape a uno ni media sonrisa.

La prueba del nueve resulta implacable con obras como el Miguelito de Isabel Coixet: a pesar de la buena voluntad que el portavoz de la artista pone para definir todo lo que la instalación pretende transmitirnos, "somos marionetas del sistema, alguien mueve los hilos", el trabajo de esta cineasta renacentista no resiste el envite.

Gracias, Emilio. Te debemos un antes y un después en el significado del arte.

Palmarés
2009 - Manuel Zelaya
2008 - El chaval griego muerto
2007 - No se concedió
2006 - Topota madre

14 enero, 2011

Extracto EXCLUSIVO de la autobiografía de José Antonio Maldonado

Fieles a nuestro compromiso con la literatura, desde Loquemola nos honramos de ofreceros en exclusiva un fragmento de la autobiografía de José Antonio Maldonado. El título definitivo con el que estará disponible próximamente en las librerías es "Los mapas no existen: son los cromas", que le ganó la batalla a los puntos al que se barajó hasta el último momento, "Hiciese frío o calor, yo llevaba el mismo traje, que encima era de atrezo".
...salí del estudio y un joven se dirigió a mí: "Montesdeoca, eh, oye, Montesdeoca". Decidí interrumpirlo: "no, chico, Montesdeoca es el de pelo blanco; yo soy...". "Montesdeoca, oye, que si me puedes decir qué tiempo va a hacer el finde, que planeamos un picnic". Y, claro, aunque no tenía ni puta idea, tuve que contestarle: contarle la verdad resultaría equiparable a que el príncipe Aliatar te dijese que del juguete que pides no les queda stock. "Tendréis tormenta con aparato eléctrico".

En la calle, claro, no es todo tan fácil como en el estudio; al tipo no se le ocurre más que preguntarme que qué era aquello del aparato y, ya entre la espada y la pared, me vi obligado a sincerarme: "Pues, francamente, no lo sé y nunca me lo había planteado, pero suena de cojones, ¿no te parece? Es como cuando te levantas en medio de una reunión porque te estás cagando, pero, en lugar de explicarle la situación a los presentes, aprietas el botón de llamada falsa en el móvil. Pues serán rayos y tal, digo yo".

Son cosas que uno no puede decir en televisión. Quieras que no, te cortas más.

08 enero, 2011

Loquemola entrevista en EXCLUSIVA a Francisco Álvarez-Cascos

Loquemola (L). En primer lugar, buenos días, señor Cascos, y muchas gracias por concedernos esta entrevista.
Francisco Álvarez-Cascos (F). Guau.

L. La primera pregunta es obligada: ¿ha decidido ya si concurrirá a las próximas elecciones a la Junta General del Principado?
F. Woof, woof.

L. Comprendo. Nos halaga que haya elegido nuestro blog para realizar un anuncio tan importante como ese, pero pasemos a la génesis de esta crisis: ¿era la situación tan insostenible dentro del partido como para no dejarle otro camino que no fuese la marcha o, como algunos apuntan, su movimiento se trata de una pataleta ante la elección de Pérez-Espinosa como candidata popular?
F. Grrrrrrrrrrrrrr.

L. De acuerdo, cambiemos de tema: ha sido muy crítico con el papel central y casi monolítico que Gabino de Lorenzo juega dentro del PP asturiano, pero, ¿no considera que, al fin y al cabo, José María Aznar desempeñaba (si no sigue haciéndolo) un rol similar en el ámbito nacional del partido durante la etapa en la que usted era uno de las figuras de más peso dentro de Génova?
F. GRRRRRRRRRRRRRR.

L. Pues diga usted de qué quiere hablar.
F. Pika-pika-pikachu.

L. ¿Perdón?
F. Guau, guau, guau.

L. Ah, vale, vale. Adelante, explíquenos cuáles son esas líneas maestras de su proyecto.
F. Woof, woof, woof, woof [mueve la cola].

L. Algo inconcreto; de todos modos, ¿eso no se le había ocurrido a lo largo de los treinta años que permaneció en las filas del partido en Asturias?
F. Guau...

L. Alguien que se ha mostrado muy duro con usted en los últimos días ha sido Ovidio Sánchez.
F. Woof [se orina en la alfombra].

L. Vaya, no creo que fuese necesario. ¿Eso quiere decir que, en caso de que surja la posibilidad tras las elecciones, descarta un pacto con sus antiguos compañeros?
F. Grrrr.

L. Muchas gracias por su tiempo, don Francisco. Aunque la entrevista ha sido breve, nos ha dejado alguna que otra gema.
F. GRRRRRRRRRRRRRR.

L. No se enfade, hombre, que solo era una broma. Hasta luego.
F. Woof.


SEMBLANZA
Un color. Guau
El libro que tiene en su mesita. Woof
Una película. Woof, woof
¿Qué canta en la ducha? Guau, guau
Una ciudad en la que perderse. Guau
Una cita. Woof, woof, woof, guau, guau
Le gustaría conocer a... Woof, woof, woof
De no haberse dedicado a la política, sería... Woof
¿Dónde estaba el 11-S? Guau, guau, guau
Un deseo para 2011. Grrrrrrrrrr