29 mayo, 2011

El San Miguel Primavera Sound 2011 contado con pocas palabras pero bien de chicha

Los que, con buen criterio, sois lectores habituales de Loquemola (y los que no) ya sabéis que este espacio no circunscribe su temática a un asunto determinado, sino que aspira a actuar como canon fiable de las tendencias que se presentan a concurso a lo largo del s.XXI.

Esta función de tamiz que se ha venido desempeñando con singular éxito centraba, hasta la fecha, el cedazo en el imparable goteo de propuestas cinematográficas, con ligeras pinceladas para otras artes en las listas anuales; sin embargo, esta semana es la música la que se abre paso a codazos hasta conseguir, al fin, una página entera por méritos propios: la correspondiente a la undécima edición del Primavera Sound.

Como a vosotros no os gusta leer tochazos, sino que, me habéis hecho notar, preferís que os arroje, cual perros de presa, carnaza en forma de cifras (y si es en binario, con thumbs ups y thumbs down, mejor que mejor), os voy a hacer caso, sin que sirva de precedente, y desglosaré todo lo que he visto a lo largo de la última semana, ordenado de peor a mejor y acompañado de una calificación, en negrita, que oscilará entre el 0 (la mierda) y el 10 (lo chachi).

La nota irá acompañada de un one-liner en el que trataré de condensar lo que se transmitió desde el escenario hacia el público, junto con algún que otro chiste fácil; y, en ocasiones, también de otro número entre paréntesis, el orden de los cabezas de serie que había trazado antes de que se celebrase el festival.
  1. The Flaming Lips (7) 0 Ejercicio de manual sobre todo lo que no se debe hacer en un escenario. Cada canción iba seguida de un instant replay en el que se coreaban los estribillos al compás del feo jeto del amigo Coyne en primerísimo primer plano. El anticoncierto.
  2. Za! 2 La originalidad es siempre un punto a favor, excepto con las poesías personalizadas de Moncho Borrajo y con esto.
  3. Toundra 4 En un ascensor, sonaría de puta madre.
  4. PIL 4 Gustó muchísimo, pero yo me sentí algo marciano en medio de todo aquello, tratando de explicarme qué veían. Un poco como lo de Paco Cascos.
  5. The Fiery Furnaces 5 Entramos en el terreno del aprobado raspado y el bien; es decir, aquello que es difícil rebatir con pegas, pero que no logra que uno conecte tanto como desearía. Pues eso.
  6. Caribou 6 Son la bomba que va a estallar, pero fallo del festival colocarlos en ATP a medianoche y no en Llevant más allá de las cuatro, como pedía a gritos.
  7. M.Ward 6 Irreprochable, desde luego, pero sin Zooey Deschanel pierde. Lógicamente.
  8. Triángulo de amor bizarro 6 Solventaron con repertorio excelente y encomiable actitud la dura papeleta de, prácticamente, abrir el festival de jueves a las 6 de la tarde.
  9. Deerhunter 6 El mundo de los georgianos resulta un pelín inextricable para los que no vayan preparados. Incapaz de penetrar en su fortaleza, me toca preparar los deberes para que la próxima no me pregunten de nuevo el tema que había dejado sin estudiar.
  10. John Cale & Band + BCN216 perform Paris 1919 7 Uno de esos conciertos en los que es imposible que algo salga mal, pero el listón está tan alto que no hay quien lo rebase. Como cuando Isinbayeva empieza en el 4,90 y gana con un solo salto.
  11. Einstürzende Neubauten 7 Blixa empuña el micrófono como Richard Gasquet lo hace con la raqueta: con tamaña elegancia que te quedas embobado mientras su sonido taladra, literalmente, o casi, a uno. Claro que, en comparación con Federer (acúdase al puesto dos), la cosa desluce un poco.
  12. Mogwai 7 Comencé algo escéptico, pero, a mitad de setlist, aquello comenzó a subir y subir, y para cuando recogieron el jamón de la cucaña ya se habían borrado todas las dudas de mi semblante.
  13. Belle & Sebastian (6) 8 Stuart no necesita maquillaje para que nos pueda gustar, pero, aún así, se lo puso. Y a tirar de lo mejor de su repertorio, que para eso llevan dos décadas discazo tras discazo.
  14. Papas Fritas 8 Uno de los regresos de la semana. Por ellos no ha pasado el tiempo en absoluto: siguen siendo unos chavales que irradian un buen rollo impresionante, a pesar de que las letras sean más bien tirando a bajoneras.
  15. Of Montreal (8) 7 La mise en scène más estrambótica de las que se presentaron a lo largo de todo el festival, pero con el suficiente buen gusto para no convertir el concierto en una carpa de circo (cf. puesto 22).
  16. Simian Mobile Disco 8 Lo de quemar la pista suena un poco a ruta del bakalao o, lo que es peor, a los repugnantes años noventa, pero a fe que lo hicieron. Y nadie salió vivo.
  17. Animal Collective (4) 8 Yo me los esperaba más banda tradicional y menos rollo DJ y se conoce que iba bastante desencaminado, pero así da gusto (incluso a mí) equivocarse.
  18. The National (3) 8 En cuanto Matt abrió la boca, todas las ratas que poblábamos el escenario Llevant no titubeamos en seguirlo hacia el abismo.
  19. PJ Harvey (1) 9 Cuando te marcas un disco como el Let England shake, pones a tus seguidores en el difícil aprieto de elegir si piden más canciones del repertorio clásico o del último álbum. Dios santo, que todos nuestros problemas sean como este.
  20. Pulp (2) 9 De Mille decía, en una de esas citas que tienen toda la pinta de ser apócrifas y probablemente lo sean, que una película debe comenzar con un terremoto e ir en aumento; Jarvis empezó mediando en una petición de matrimonio y luego nos folló a todos. Que tampoco está mal.
  21. Grinderman 10 No sé si a vosotros os pasa, pero siempre que escucho la expresión "presencia en escena" me da la impresión de que me están tomando el pelo; es decir, me daba esa impresión hasta que vi esto.
  22. Nosoträsh "Popemas" (5) 10 Habrá quien se lo tome como una boutade mía, pero se trataba de la gran apuesta del festival, que contó incluso con Fernando Alfaro y Nacho Vegas como colaboradores de lujo; todos los presentes aplaudimos hasta que dejamos nuestras manos inservibles para la quiromancia, con la esperanza de convencerlas y que vuelvan. Sois necesarias, imprescindibles.

18 mayo, 2011

Sucesiones

Mariano Rajoy nunca presidirá el Gobierno del Estado español: es completamente imposible.

Estamos en campaña, así que toca hablar de política, aunque no me circunscriba a los ámbitos regionales que se ponen en juego este domingo, sino que me lance al terreno de los pronósticos a un año vista: en ese plazo se comprobará que mi predicción no era tan descabellada como parece hoy, y que no significa necesariamente que la incertidumbre del candidato socialista (Rubalcaba, Chacón o cualquier otro, es lo de menos) vaya a remontar un descalabro inevitable, porque no he negado al PP, sino exclusivamente a su actual candidato.

Siempre que hay lío dentro de un partido, y la trama Gürtel es uno de los gordos, se tapian las salidas de emergencia para los gerifaltes, impidiéndoles el escabullimiento mediante el implacable: "si sabía que esto estaba ocurriendo, debe dimitir y recibir sobre sí el peso de la justicia; si lo ignoraba, significa que es incapaz de manejar su propio partido, y eso es señal de que gobernar todo un país lo rebasaría en todos los frentes".

Hoy se le ha sometido a esta trampa desde los micrófonos de la Cadena SER, inquiriéndole expresamente a propósito de su conocimiento sobre las tramas de financiación ilegal en su partido que, a día de hoy, siguen en manos de los tribunales.

Como respuesta ha optado por la más cobarde del inmenso abanico que se le presentaba: "Que yo sepa, no". Un sí, por supuesto, resultaba impensable, ya que llevaría aparejada su renuncia inmediata, pero el no, más o menos creíble, implicaría, al menos, un determinado margen de duda hacia sus capacidades como gestor: la asunción, por fin, de alguna valentía en un discurso que siempre se ha caracterizado por la falta de propuestas ajenas a criticar las del partido cuya oposición ejerce, dejando en manos de sus dóberman los asuntos de la derecha menos fotogénica.

Su vano intento de transformar una situación lose-lose en un win-win, cuando tenía al alcance de la mano un win-lose que le permitiría mantener, cuando menos de forma temporal, la dignidad, bosqueja a un político con una carrera tan enfocada a alcanzar ese sillón (logrado, finalmente, a través del designio de una figura de cuya sombra, probablemente, nunca logre desembarazarse), que no lo abandonará salvo que lo echen a puntapiés; un aferramiento que, por otra parte, a nadie sorprenderá del líder que ni siquiera de cara a la galería consideró dejar su puesto tras fracasar en dos elecciones consecutivas.

16 mayo, 2011

Acciona

Se conoce que a lo largo de estas semanas preelectorales se ha puesto de moda el verbo reaccionar, impulsado desde el progresismo institucionalizado como patrón de actuación ante el imparable auge de la derecha popular, paralelo al declive de los ocho años con Zapatero al timón, navegando a través de las agitadas (el manual del articulista modosito indicaba que aquí emplease "procelosas", pero he decidido jugármela) aguas de la crisis.

Por un lado, está el libro editado por Aguilar; por el otro, la iniciativa con forma de hype capitaneada por Iñaki Gabilondo, que no acaba de encontrar su sitio (quizá es que no tenga otro) desde que abandonó el Hoy por hoy. Aunque el primero opte por el pañuelo palestino y el segundo se coloque la chaqueta de pana, su óptica no difiere en gran medida: mensaje humanista (nosotros podemos) y contra la clase política (pero ellos no).

La acuñación del término reaccionario no es casual y echa sus raíces directamente en la tercera ley de Newton: toda fuerza lleva aparejada otra de idénticos módulo y dirección, pero sentido opuesto.

En manos del ciudadano, del votante, queda elegir si ejercerá fuerza o la contendrá, si empujará o tirará. Decantarse de manera rotunda en uno u otro sentido constituiría un absurdo, si tenemos en cuenta casos extremos como la lucha contra el nazismo, o el cortafuegos social que se llevó a cabo en la segunda vuelta presidencial francesa de 2002 que enfrentó a Chirac con el racista Le Pen, donde socialistas y comunistas pidieron el voto expresamente para el conservador, ante la amenaza que suponía su alternativa.

Sin embargo, en condiciones donde el Estado de derecho se encuentra completamente garantizado, con una separación de poderes que se debe agradecer incluso cuando más duele, y esto es en los casos cuyas pruebas para demostrar una obviedad no presentan la consistencia necesaria; en un escenario así, insisto, no cabe el actuar "contra". La crisis no se soluciona (quizás la del PSOE se mitigue) con la renuncia de Zapatero ni con la caída socialista. Ni siquiera con un retroceso simultáneo del Partido Popular, o con la nacionalización del Banco Santander.

En el ámbito autonómico, la actitud positiva es legislar, planificar, invertir, gestionar, mientras que la reaccionaria consiste en mirar al vecino y pedir lo mismo, aunque no se desee, colocándose el traje regional con un poco de asco para que desde la capital vean que nosotros también somos peculiares y necesitamos unos durillos para sostener nuestro hecho diferencial con forma de boina.

A esta postura, por asignarle un nombre así, al azar, podríamos llamarla "política de las anchoas". Y en Asturias no queremos anchoas. Gracias, pero no, gracias.