Por tercer año consecutivo en este blog, las crónicas del Festival Internacional de Cine de Gijón:
Viernes 21
Z32, de Abi Mograbi
Un documento muy valiente, no tanto por lo que cuenta (que también), sino por cómo lo cuenta. Logra transformar un interrogatorio/confesión en una pista de circo sin que nos lleguemos a dar cuenta. Originalidad bien llevada.
Three Monkeys, de Nuri Bilge Ceylan
Un arranque prometedor, con una escena inicial verdaderamente bien rodada, que da paso a una premisa argumental que para sí quisieran muchos guionistas. Y hasta ahí, porque desde ese momento, la película comienza a decaer y a enseñar su armazón, que seguro que sobre el papel prometía barbaridades , pero que en pantalla resulta de lo más anodino. Por si fuera poco, ciertas escenas "oníricas" (por llamarlas de alguna manera) acaban de arruinar la cinta.
El brau blau, de Daniel V. Villamediana
Quien haya visto la escena de la película que su autor colgó en YouTube, ya sabe perfectamente de qué va esto. Aunque Villamediana bromease (¿bromeaba?) en la tertulia posterior con que era un filme "de acción", la cámara se dedica a contemplar durante una hora la obsesión por el toreo del actor único. Más acertada resultó, sin embargo, su apreciación de que era una película "táctil"; las virtudes y defectos de la cinta residen en la plasticidad de cada una de sus escenas, manifiesta en algunas (como la colgada en Internet) y más discutible en otras, pero con balance positivo.
Sábado 22
Adoration, de Atom Egoyan
El posterior encuentro con el público era la principal razón que me impulsaba a volver a darle una oportunidad a Egoyan, después de la fallida Ararat, que ya me hiciera renunciar, tras las espantosas críticas que recibió, a Where the Truth lies. Y, aunque la charla resultó amena, ni un discurso de Churchill lograría remontar la experiencia que la precedió.
Por la manera de narrar de Egoyan, que se ha mantenido inamovible desde sus inicios, han pasado los años, y el desastre se hace aún mayor cuando, en lugar de Russell Banks, se parte del peor guión filmado por Egoyan, con más de una escena que pone a prueba (sin pretenderlo, me temo) la capacidad de resistir la vergüenza ajena entre el público y, sobre todo, con unos subrayados que emplean toda la gama de rotuladores fluorescentes.
Je veux voir, de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige
Documental sobre los efectos de la posguerra en el Líbano, rodado por dos cineastas locales que ya habían deslumbrado en Gijón unos años atrás con A perfect Day y que recurren a la complicidad de Catherine Deneuve (que funciona más como salvoconducto que como actriz) para lograr los permisos de rodaje en ciertas zonas bajo vigilancia militar. Cumple con creces su objetivo testimonial.
Wendy and Lucy, de Kelly Reichardt
No me gusta comparar unas películas con otras, y me suele resultar cargante este tipo de cosas. Así que voy a hacerlo: algo así como La línea recta filmada por Jarmusch. Una historia muy simple, contada de manera aún más simple, y que logra emocionar sin recurrir al sentimentalismo gratuito.
23 noviembre, 2008
Festival de Gijón, días 1 y 2
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