Quedaba ya casi presuntuoso por parte de este blog el no haber entrado nunca en la refriega entre los partidarios y detractores de Judd Apatow, pero el momento al fin ha llegado.
Tras cierta decepción con su segunda película, Knocked Up, pero entusiasmado con tres de las obras de sus secuaces (Superbad y Adventureland, de Greg Mottola, así como Forgetting Sarah Marshall, de Nicholas Stoller), decidí enfrentarme a la génesis de la factoría: la serie de televisión Freaks and Geeks, producida por Apatow, que además dirige cinco de sus episodios, y protagonizada, entre otros, por Seth Rogen y Jason Segel, culpables de la recuperación del concepto "film de actor".
La serie, al igual que todo el cine posterior manufacturado en casa Apatow, muestra sus cartas desde el minuto cero: un instituto con atletas, pardillos, macarras, animadoras, novatadas, fiestas y porros. Nada que no apareciese en Dazed & Confused, film con el que lo comparte prácticamente todo. Podemos ir incluso más allá, y afirmar con rotundidad que Compañeros trata exactamente las mismas temáticas, salvando las distancias culturales (en vez de atletas, bacaletas, y en lugar de animadoras, yenis; lo mismo me da, que me da lo mismo).
Sin embargo, el hecho diferencial aparece, en forma de quien Javier Marías calificaba como "el más reciente y abominable" de los "cómicos detestables y sin atisbo de gracia", Seth Rogen (Ken). Y de Jason Segel (Nick), Busy Philipps (Kim) y James Franco (Daniel). Los freaks, los malotes. Ese lado oscuro que Linda Cardellini (Lindsay), la insufrible protagonista con trenca verde, explora a lo largo de la serie, y presa de cuyo indudable atractivo también caen en otros episodios Milly, su amiga, o Sam, su hermano, culpable este último, junto con sus amigos pardillos del contrapunto a lo molón de la nueva faceta de Lindsay (aquí no se separa de Compañeros, serie en la cuál a nadie importaban tampoco las batallitas de los niños de la primaria, pero sí de la citada obra de Linklater, donde la peripecia del novato ocupa un lugar capital), y recordatorio de sus orígenes como empollona.
Y el plato fuerte (junto con los papeles estelares de Ben Stiller, Jason Schwartzman o una Rashida Jones idéntica a la que se comería diez años después la tercera temporada de The Office) llega en el penúltimo episodio, "The Little Things", con la secuencia que paso a describir y que se reproduce en forma fotográfica al final de esta entrada: el lacónico y punzante Seth Rogen (da igual que se llame Ken: es Rogen) cae enamorado de la chica que toca la tuba en la banda del colegio. Yada-yada-yada, y resulta que la muchacha nació con genitales de ambos sexos, como siempre se ha rumoreado de Jamie Lee Curtis y Anne Igartiburu. Él no sabe muy bien cómo reaccionar, y tras alguna escena gruesa y prescindible (las dudas sobre su sexualidad, testeada poniendo en la balanza revistas de chicos desnudos y de chicas desnudas), llega el inmejorable desenlace: acepta su condición y la besa bajo la tuba, mientras acaricia el instrumento.
24 agosto, 2009
Apatow sí, Marías no, y encima con spoilers
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