Soy un adicto a poner de fondo las series de Paramount Comedy. De una forma u otra, me las trago todas. Pero todas, todas, incluso cuando emiten lo peor de lo peor, u otros productos que si no son el Infierno, se le parecen mucho.
A día de hoy, habiendo ya asumido que nunca se dignarán a emitir la quinta temporada de Becker (cuyo cliffhanger del final de la temporada cuarta se ha resuelto al menos cinco veces seguidas con el episodio que desvela las incógnitas del final de la tercera), la elegida es Rockefeller Plaza, comedieta que nunca jamás me ha arrancado, no ya una carcajada, sino media sonrisa.
La protagonista, encarnada por Tina Fey, es un concentrado de toda la autoayuda presente en las cuatro chicas de Sexo en Nueva York, sobre todo de Carrie y Charlotte, un poco menos (aunque se agradece) de Miranda, y casi nada de Samantha. El argumento aburre soberanamente cuando se centra en el "qué desastre es mi vida sentimental" de Fey y remonta ligeramente el vuelo (lo suficiente como para hacer el resultado final soportable) cuando se mueve a la sala de guionistas y al plató, aunque también se nutre lo suyo de los defectos de comedia-coral-alocada-más-escenario-y-bastidores, género profundamente enmierdado por aquel coñazo de Noises off.
Que puede pasar, sí, pero que lo va a ver Rita la Cantaora en cuanto se le llenen las alforjas lo suficiente a ese mula que es la verdadera creadora de la televisión del S.XXI y no youtube ni iTunes ni, por supuesto, la TDT.
19 julio, 2007
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