26 noviembre, 2006

Festival de Gijón, días 2 y 3

24 de noviembre

Señas de identidad desconocidas, de Jerzy Skolimowski
Intenso recorrido por una ciudad polaca de un estudiante el día previo a su ingreso en el ejército. Estructura perfectamente circular y ritmo trepidante (entendido no à la Michael Bay) en esta opera prima de Skolimowski.

Érase una vez un mirlo cantor, de Otar Iosseliani
Inteligentísimo recorrido por la sociedad georgiana a través de un hombre con problema de exceso de don de gentes. La escena final, poco menos que perfecta.

L'humanité, de Bruno Dumont
Todo lo reseñado el viernes con respecto a La vie de Jesus se multiplica por diez en este truculento a la vez que pausado thriller sobre un inspector de policía aún sonado por la muerte de su familia que investiga la violación y asesinato de una niña de once años. Como en su primera película, demencial galería de personajes, sin que ninguno despierte la menor simpatía, frialdad extrema en la puesta en escena, y una visión del mundo rural que, una vez más, provoca escalofríos.

25 de noviembre

El color de la granada, de Sergei Paradjanov
Hay películas que te desbordan y ante las que no sabes qué decir. Ésta es una de ellas.

Tarnation, de Jonathan Caouette
En la búsqueda de la obra audiovisual definitiva, Caouette desnuda a su entorno, mostrándonos las miserias de su madre, sometida durante años a electroshock, o las de sus abuelos, pero no las suyas, más allá de inocentes imágenes en las que sale haciendo el idiota con diez u once años. Es difícil llegar a la sinceridad absoluta: cuando de verdad llegamos a conocer a Caouette no es delante de las cámaras, sino detrás, cuando tortura a su familia para conseguir su película.

Shortbus, de John Cameron Mitchell
Sexo en Nueva York ya presumía de provocadora hace diez años, y a Cameron Mitchell le encanta la etiqueta de "lo que S&TC no se atrevió a mostrar". Cuando llevas el estandarte de la transgresión, es más que habitual el quedarte a medias, como le ocurre a Shortbus, que por muchas pollas y autofelaciones que muestre, solo provoca carcajadas, tanto cuando las busca como cuando no.

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